viernes, 20 de noviembre de 2020

Poetas italianas

 

 

Poetas italianas

del Renacimiento

 

       Veónica Franco, por Tintoretto                                        Vittoria Colonna                                                                    Gaspara Stampa

 

  Ver. Gámbara por Correggio .                                                                                             Tullia d'Aragona


Introducción

En el siglo XVI las ciudades italianas vivieron una eclosión de mujeres poetas sin semejanza en otros países, y con una relativa aceptación social por parte de la población intelectual masculina. Siguiendo la norma establecida por Pietro Bembo, respetaban formalmente el modelo de Petrarca, pero también continuaron una tradición lírica femenina transgresora de convencionalismos que se caracterizaba por una reivindicación del valor de la mujer y por una espontaneidad, sinceridad y libertad bastante llamativas.

Mientras en los escritos de Petrarca la sensualidad aparece mitigada y con una necesidad de purificación y arrepentimiento, en estas poetas el amor sensual se suele presentar con una frescura natural, sin necesidad de represión ni asomo alguno de vergüenza. Esa es la mayor separación del modelo petrarquista, común, por otro lado,

a lo que hemos podido ver en la lírica francesa de Louise Labé. Además, en esta poesía femenina con frecuencia está presente la reivindicación del papel cultural de la mujer y su asalto a la gloria poética.

Si en estas poetas queremos ver alguna carencia, habrá que observar que quizás les falta superar el estadio de una poesía de efusión y confesión y pasar a una etapa de búsqueda de la belleza y canto a la naturaleza, evolución que pudimos ver en Garcilaso.

 

 

Como es norma en la literatura femenina, al menos la de siglos pasados, sólo algunas mujeres tuvieron oportunidad de acceder a la gloria literaria ocupada por los hombres. Damas aristocráticas que pudieron gozar de una educación humanística que les permitió dedicarse con honor a la escritura (sobre todo si se quedaban viudas, como Veronica Gambara o Vittoria Colonna). Había pasado en la Edad Media y siguió sucediendo en el Renacimiento. Lo nuevo en el siglo XVI con respecto a la mujer fue el renacer de un tipo de mujer libre, que en la antigüedad clásica se llamaban hetairas. Sin control de marido, sin tener que encerrarse en un convento, independientes y, sobre todo, muy cultas, dominaron los recursos poéticos, fomentaron la cultura en sus ciudades (particularmente en Venecia), controlaron la incipiente industria del libro y brillaron en la sociedad como escritoras. Se llamaron, en italiano, cortegiane oneste (cortesanas honestas).  Con el apelativo se intentaba distinguir a las mujeres libres, cultas y refinadas, atractivas no sólo por su belleza sino también por las habilidades musicales, literarias e, incluso, filosóficas, de las meretrices normales. Estas señoras estaban más asimiladas socialmente a las damas aristocráticas que a las prostitutas. Las más conocidas fueron Gaspara Stampa, Tullia d’Aragona y Veronica Franca.

El término cortesana era muy apropiado en aquellos tiempos renacentistas. Todas las personas cultas habían leído El cortesano de Castiglione, ese primer manual de buenas maneras, cuyo libro tercero estaba dirigido al glamour de las damas. También conocían la parodia del Aretino, la comedia La cortesana.

Los modales exquisitos, la posibilidad de elegir a sus protectores, las habilidades musicales y literarias, los salones culturales y las desorbitadas tarifas, todo ello permitía a las cortesanas honestas acceder a la alta sociedad de aristócratas, prelados y pintores de moda.

Gaspara Stampa (1523-1554)

 

 

No tenemos muchos datos de su vida: nació en Padua, vivió y murió en Venecia ejerciendo de honorable cortesana honesta. Se conocen los nombres de dos de sus amantes, objetos de sus poemas: el aristócrata Collaltino de Collalto, a quien dedica más de doscientos poemas de alabanza a su belleza y de reproches a su inconstancia, y un tal Bartolomeo Zen.

Su hermano Baldassare la introdujo en los círculos intelectuales de Venecia, donde fue muy respetada, y su hermana Cassandra, famosa como cantante, se encargó de editar póstumamente sus Rimas en 1554, libro que apareció apoyado con sonetos de alabanza de varios poetas contemporáneos, a semejanza de la edición francesa de Louise Labé.

Esta primera edición se componía de 310 poemas entre sonetos, madrigales y otras formas poéticas.

Se suele valorar el contenido de sus poemas como un continuado diario íntimo. Pero no sigue fielmente el código petrarquista que Pietro Bembo proponía como modelo de la poesía lírica. Se trata de una poesía erótica en todos las formas y matices del sentimiento amoroso: ilusión, admiración, placer, dolor, melancolía, temor desde una óptica decididamente femenina y con un tono espontáneo y desinhibido.

En el siglo XIX se editaron sus cartas y la crítica literaria comenzó a valorar debidamente la importancia de la autora en la historia del Renacimiento italiano.

 

 

 


 

Texto 1.

Si aun siendo como soy abyecta y vil[1]

mujer, puedo llevar tan alto fuego

¿por qué no lo hago arder, siquiera un poco,

 y se lo muestro al mundo con estilo?

 

Si amor con nuevo, extraordinario ardor,

que no esquivé, tan alto me condujo,

¿por qué no puedo yo, con juego insólito

hermanar en mi alma pena y pluma[2]?

 

Y si no puedo por naturaleza,

por milagro podré, que tantas veces

vence, traspasa y rompe toda regla.

 

Yo no acierto a expresar si esto es posible,

pero empiezo a sentir, para mi suerte,

de ilusión renovado el corazón.

El soneto comienza con una manifestación de falsa modestia, que también puede interpretarse como ironía (abyecta y vil como toda mujer); a la vez, reivindica la fuerza de su pasión, no inferior a la de los poetas masculinos.

En el segundo cuarteto expone su libertad para amar sin ningún arrepentimiento.

En los tercetos sigue insistiendo en su decisión de escribir por mucho que digan que es mujer (naturaleza y milagro), y se anima a sí misma en esta decisión de ser poeta.

En resumen, Gaspara Stampa domina la retórica de la falsa modestia y la pone al servicio de una clara reivindicación no sólo de su voluntad de entregarse al amor, sino también de expresarlo poéticamente.

 

 

 

 

 


Texto 2

Amor, cubre los ojos que me ataron[3]

para que nunca vean la belleza,

la buena educación, la cortesía

de las mujeres bellas que hay en Francia;

 

que mi vida, que ahora es dulce y grata,

no se llene de llanto y aspereza

porque desprecio todo en este mundo,

excepto por su luz clara y serena[4].

 

Y si él encuentra, por azar, alguna

que sea digna de su amor y encienda

su corazón con fuerza y con constancia,

 

 hiérelo con el plomo de tu flecha,

o dame muerte con tu flecha de oro,

que no quiero vivir de esa manera.

Comienza el poema con la alabanza a los ojos de su amado (los ojos y las manos son los elementos preferidos por la autora para cantar la belleza)

En el soneto hay una encendida alabanza a las mujeres francesas y un juego mitológico con las dos flechas de Cupido; la de oro le corresponde, por supuesto al yo lírico, y la de plomo se la desea al amado para que desdeñe el amor de posibles rivales.

Su enamorado terminó casándose con una francesa.

 

 

Texto 3.

Amor m'ha fatto tal ch'io vivo in foco

Qual nuova salamandra al mondo e quale

L'altro di lei non men stranio animale,

Che vive e spira nel medesmo loco.

 

Le mie delizie son tutte e il mio gioco

Vivere ardendo e non sentire il male,

E non curar ch'ei che m'induce a tale

Abbia di me pietà molto nè poco.

 

Appena era anche estinto il primo ardore,

Che accese l'altro Amore, a quel ch'io sento

Fin qui per prova, più vivo e maggiore;

 

Ed io ardere amando non mi pento,

Pur che chi m'ha di nuovo tolto il core

Resti dell'arder mio pago e contento.

Este es el soneto más famoso de la Stampa, y en él vemos el verso más comentado y alabado: vivere ardendo e non sentire il male.

Está dedicado a su nuevo amor (verso 10, l’altro amore), por lo cual se compara en el primer cuarteto con el ave fénix (que muere y resucita) y con la salamandra que vive en el fuego (según los bestiarios medievales)

Ese segundo amor es otra gran diferencia con Petrarca y el canon del amor único (Dante-Beatriz; Petrarca-Laura)

En los tercetos deja claro que no se arrepiente de dejarse llevar por un nuevo amor con tal de que su pasión (tema recurrente del fuego) satisfaga a su nuevo amante.




Veronica Gambara (1485- 1550)

 

 

                                     Correggio.Retratos de damas identificadas tradicionalmente con Veronica Gambara

 

De familia rica y muy culta, de tradición humanista, recibió una exquisita educación que le permitió dominar varias lenguas, escribir desde muy joven poesías y cartas en latín y ser discípula predilecta de Bembo, el líder del petrarquismo en el renacimiento. La familia, poseía el feudo de Pralboino, cerca de Brescia (Normandía) y concertó el matrimonio de Verónica con el conde de Correggio, viudo de cincuenta años con dos hijos, con quien tuvo otros dos.

Cuando el conde murió, ella se hizo cargo de la educación de los hijos y del gobierno de Correggio ciudad que convirtió en una corte literaria visitada por escritores y artistas de la época y que rigió, al parecer muy bien, durante treinta y dos años. Fue, pues un ejemplo notable de mujer de estado, o, digamos, mujer pública.

Aunque la familia había sido de tendencia francesa, Veronica se hizo aliada de Carlos V y fue muy apreciada por él.  En su poesía, fundamentalmente amorosa y nostálgica, hubo lugar para apoyar la política imperial y para procurar la unidad de Italia.

Su poesía sigue las pautas propuestas por Pietro Bembo: claridad de conceptos y de expresión, delicadeza y refinada elegancia. De las poetas del siglo XVI es, seguramente, la más fiel al modelo de Petrarca propuesto por su maestro Pietro Bembo. Poeta de un único amante, como Petrarca con Laura, sus poemas amorosos están dedicados, según parece, a su esposo muerto.

Además de la poesía amorosa, tiene otros poemas que responden a su papel político de mujer de estado, como algunos dedicados al emperador. Otros poemas y cartas (se conocen unas ciento treinta de ellas) parece que responden al deseo de contactos con personajes importantes para favorecer a sus hijos.

Pietro Bembo                                                                   Correggio en la actualidad

Texto 1

(Traducción de María Cinta Montagut)

Ojos lucientes, bellos[5]

¿cómo puede ser que en un mismo instante

nazcan de vos tantas, tan nuevas formas?

 

Contentos, tristes, soberbios, humildes,

os mostráis a un tiempo, olas de esperanza

y de temor me llenan

efectos tantos, dulces, agrios, fieros

en el ardiente pecho por vos se juntan

por donde ya quisiereis.

 

Ahora ya que sois vos mi vida y muerte

ojos alegres, ojos felices y queridos,

siempre seáis serenos, alegres, claros.

Cantar poéticamente los ojos de la persona amada era un tópico de los poetas petrarquistas. Como órganos considerados más espirituales del cuerpo humano, resultaban muy adecuados para expresar el alma humana.

En el poema no se canta tanto la belleza o luminosidad de los ojos sino la complejidad y variedad de matices que son capaces de significar.

Las estancias frecuentes de la corte itinerante de Carlos V en Italia, con sus cortesanos y soldados, generó una asimilación de motivos y formas poéticas en escritores españoles.

El madrigal, que se solía cantar con laúd o vihuela, estaba de moda entre los poetas y las poetas de Ias cortes italianas. Un soldado-poeta del emperador, el sevillano Gutierre de Cetina (1520-1557) lo importó en Castilla, consiguiendo el mejor ejemplo del género:

 

Ojos claros, serenos, 

si de un dulce mirar sois alabados,

 ¿por qué, si me miráis, miráis airados?

Si cuanto más piadosos,

más bellos parecéis a aquel que os mira,

no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.

¡Ay tormentos rabiosos!

Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

 

 

 

Texto 2.

 

Non bastava ad amor empio e fallace[6]
avermi priva del tuo sacro volto,
senza 'l quale essend' io, è da me tolto
ogni mio bene, ogni contento e pace;

Che ancor per crescier più l'ardente face
non me lasciò monstrarti il male accolto
pel tuo partir nel cor, ne' come involto
fosse per tal effetto in duol tenace.

Ma poi che amor crudel non volse allora
con questa mia piangendo e 'l dico e scrivo
esser te sol colui, che'l cor adora.

E benché quel sia del vederti privo,
d'altro ch 'a te pensar non vive ogn'ora
e 'n tal stato ha a restar per sin ch'io vivo.

 

 

La autora manifiesta en este soneto su decisión, como mujer de estado y como poeta, de no volver a casarse ni dedicar su canto amoroso a otra persona en lo que le quede de vida. Lo digo y lo escribo es una fórmula que implica solemnidad y compromiso con esta decisión, que podemos suponer que no es sólo personal, sino también política.

 El duol tenace (el tenaz duelo) lo mantuvo la Gambara, efectivamente, toda su vida (y en tal estado quedo mientras viva) vistiendo de negro y poseyendo caballos negros, según sus biógrafos.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

Texto 3.

Ríe la tierra y por doquier ofrece[7]

Mil suaves y deleitosos olores;

Cubierta de etéreas bellas flores

Como un bello cielo resplandece.

 

Amor, que en estación tal aparece,

En los pechos renueva otros amores

Y mil caros y gentilillos fuegos

En todo fiel amante el pecho enciende.

 

Por los llanos corretean, lascivillos

Los animales, todos festejando

Que les enseña amor nuevos placeres;

Sola yo, de cualquier paz apartada,

Herida de temor, hastío y sospechas,

Lejana de mi bien, sigo penando[8]

 

 

En este soneto, posiblemente el más petrarquesco de todos, se sigue el clásico esquema del contraste entre la sensualidad y alegría de la naturaleza en primavera y los sentimientos de desolación de quien escribe. Con respecto al amor, llama la atención otro contraste, el de los nuevos amores, nuevos placeres a que la primavera invita y la confirmación del amor en todo fiel amante.

Este contraste (entre quien es fiel y quien busca nuevos placeres) explica la conclusión del poema en el segundo terceto: las sospechas, el hastío y la soledad de quien es fiel.

No sabemos nada de la juventud de Verónica Gambara antes de casarse con el señor de Correggio, por lo que sólo es una conjetura sin base sólida decir si el poema está basado en un amor juvenil o dedicado a su esposo antes de su muerte.

 


 

 

 

 

 

 




Isabella di Morra (1520-1546)

 

                      Retrato                                                                        Escultura en Valsinni.                                                Castillo de Morra en Valsinni

En la Italia del sur, cerca del golfo de Nápoles, se sitúa la región de Basilicata, que estaba, a principios del XVI, bajo la autoridad del virrey castellano de Nápoles, el mismo que controlaba el exilio de Garcilaso de la Vega.

 

En la ciudad de Favale, que ahora se llama Valsinni, nació Isabella, hija del barón del lugar.en 1520. Su padre,humanista y poeta,educó a Isabella y a su hermano mayor esmeradamente y según los principios y saberes humanistas. Pero tenía un problema, que era partidario de los franceses. Tuvo que exiliarse en París, se llevó a su hijo mayor (de nombre Escipión) que congeniaba con Isabela, y la dejó a las órdenes (así eran aquellos tiempos) de sus otros tres hermanos varones, que no eran precisamente cultos humanistas.

 

Con el exilio del padre comenzó para la poeta un encierro casi carcelario en el castillo familiar. En esa circunstancia de opresión es donde se debe buscar la singularidad de Isabella Morra con respecto las otras poetas, altas damas o cortesanas independientes, asiduas a los salones literarios, que podían conocer y tratar familiarmente a artistas y escritores.

 

El aislamiento y lo agreste del paisaje tuvieron mucho que ver con una poesía bastante distinta a la que se lee aquí de otras escritoras de su tiempo.

 

El aislamiento no sólo fue metafóricamente una muerte en vida. Sus hermanitos,que cuidaron obsesivamente de su honor, la mataron físicamente, porque había tenido tratos epistolares con un noble poeta de origen español (eran bestiales, pero muy honorables). Sí murió, metafóricamente, por tercera vez cuando fue olvidada por todos; la olvidó la justicia, que no castigó a los culpables, y la olvidaron los hombres y las mujeres de letras, aunque hay que reconocer que llegaron a editar su breve cancionero.

 

La resucitaron los románticos, que se preocuparon más por su vida que por sus poemas. Y ahora quizá está excesivamente resucitada, excesivamente acompañada por la riada de turistas  ocasionada por Parco letterario “Isabella Morra, inaugurado en 1993 que sustituye al turbio río Siri (ahora llamado Sinni) que escuchaba las confidencias solitarias de Isabella.

 

Lo que se ha conservado de su cancionero es muy breve: diez sonetos y tres canciones


 

 

 

 

Texto 1


 

I fieri assalti di crudel Fortuna
scrivo piangendo, e la mia verde etate;
me che ’n sì vili ed orride contrate

spendo il mio tempo senza loda alcuna.

Degno il sepolcro, se fu vil la cuna,
vo procacciando con le Muse amate;
e spero ritrovar qualche pietate
malgrado de la cieca aspra importuna,

e col favor de le sacrate Dive,
se non col corpo, almen con l’alma sciolta
essere in pregio a più felice rive[9].

Questa spoglia, dov’or mi trovo involta,
forse tale alto Re nel mondo vive
che ’n saldi marmi la terrà sepolta.

 

 

Fieros asaltos de la cruel Fortuna

En mi tierna edad con llanto escribo,

Yo que en tan viles y hórridos paisajes

Consumo el tiempo sin placer alguno.

 

Digno sepulcro, si fuese vil la cuna

Buscando voy con las amadas Musas,

Y acaso algo de piedad espero

A pesar de la ciega inoportuna.[10]

 

Y con favor de las sagradas diosas

Libre apenas el alma, que no el cuerpo

Sentirme honrada en más feliz ribera.

 

Este despojo en que me encuentro envuelta

Puede ser como un rey viva en el mundo,

Mas en duro mármol me tendrá sepulta

 


En el primer cuarteto encontramos los cuatro fundamentos de la poesía de la Morra: la cruel Fortuna, la verde edad, los hórridos paisajes y la ausencia de placer. De esta fortaleza sin permiso de salida, sólo la liberará la muerte, y su único refugio, mientras llega, será la poesía.

La poesía (las amadas Musas) es el único contrapeso de su destino, la entrega a ella será lo que le dé algo de dignidad y algo de piedad de los lectores futuros. Aunque la única perspectiva es la muerte, la gloria poética le dará la honra de un sepulcro digno.

Las referencias petrarquistas aquí son meramente un envoltorio formal. El poema es un canto trágico, no absolutamente desesperado, dedicado al valor salvador de la poesía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Texto 2

 

D’un alto monte onde si scorge il mare

miro sovente io, tua figlia Isabella,

s’alcun legno spalmato in quello appare,

che di te, padre, a me doni novella.

 

Ma la mia adversa e dispietata stella

non vuol ch’alcun conforto possa entrare

nel tristo cor, ma, di pietà rubella,

ha salda speme in pianto fa mutare;

 

ch’io non veggo nel mar remo nè vela

La imagen de una joven oteando, en vano, el mar por donde se tuvo que alejar su padre es absolutamente original en el contexto lírico del XVI, y sirve para expresar de forma plástica la esperanza de liberación.

El mar sin movimiento, sin novedad es, también, imagen de la falta de esperanza y de la soledad.

El mar podría ser también una vía de escape para la poeta, pero se le representa como infeliz y desierto.

Como no quiere culpar a ninguna persona de su desgracia, prefiere culpar y odiar al lugar funesto (denigrato sito) donde la estrella adversa, la Fortuna, ha decidido colocarla.

(così deserto è l’infelice lito)

che l’onde fenda o che la gonfi il vento.

 

Contra Fortuna allor spargo querela,

ed ho in odio il denigrato sito,

come sola cagion del mio tormento

 

Traducción de María Cinta Montagut

 

De un alto monte en que el mar se divisa

Miro a menudo yo, Isabel, tu hija

Por si algún barco de vela aparece

Que de ti, padre, me traiga noticias.

 

Pero mi adversa y despiadada estrella

No quiere que ningún consuelo llegue

Al triste corazón. Y el amor rebelde

Firme esperanza la convierte en llanto

No veo yo en el mar remo ni vela

(tan desierta se ve esa infeliz llanura)

Que surque olas o que la hinche el viento.

 

Contra Fortuna inicio la pelea

Y crece mi odio a este lugar funesto

Como única razón de mi tormento

 

 

 


 

 


 

Poema en los muros del castillo de Valsini


 


 

Tullia D’Aragona (hacia 1510-1556)

 

De buena familia (hija de un cardenal de la Santa Iglesia y de una cortesana honesta) llamó pronto la atención por su extraordinaria formación, por su elocuencia y por su virtuosismo musical. Su padre había procurado que se educara en todas las artes de la seducción y en todos los conocimientos humanísticos, y hay testimonios del estupor que despertaba en los doctos conocer a una niña que ya disputaba con ellos en latín y en toscano sobre varias materias. En Roma, según su biógrafo Zlioli  comparecía en público con tanta gracia y con tanta hermosura y amabilidad de aspecto que, si se añadía la pompa y el ornamento de sus lascivos vestidos parecía que no era posible encontrar nadie más gentil ni educada que ella. Tocaba los instrumentos musicales con tal dulzura…hablaba con gracia y elocuencia[11]

Vivió en varias ciudades, preferentemente en Roma, y en todas adquirió fama, no sólo por su atractivo físico, sino también por su inteligencia y por su virtú.

 

Además de poeta, desarrolló su pensamiento filosófico en un tratado titulado Sobre la infinitud del amor, diálogo, comparable al de León Hebreo, sobre la ética del amor. En el tratado se incide en  la paridad intelectual y sexual de hombre y mujer y se argumenta la superioridad del amor espiritual sobre el físico, cosa que a algunos críticos poco sutiles o directamente estúpidos les parecía incomprensible en una cortesana.

 

 

 

En la tradición de la poesía femenina de siglos anteriores, Tullia reivindica aquí la igualdad de aspiraciones de mujeres y hombres.

Estas aspiraciones coincidentes no se refieren al dinero ni al poder, sino a la excelencia de la expresión literaria (segundo cuarteto), que en el primer terceto se condensa en la imagen de la lucha por llegar al cielo.

No se limita a una protesta o a una rebeldía; en el segundo terceto aparece la clara determinación de realizar su apetencia en esta vida.

A este Piero Manelli dedicó Tullia d’Aragona otros varios poemas

 



El salón literario de Tullia d’Aragona era frecuentado por notables personajes de la cultura. Pietro Bembo era uno de ellos. Este soneto es una alabanza al autor de Prosas de la lengua vulgar, la obra que estableció el magisterio de Petrarca en la lírica italiana del XVI.

La autora reconoce su deuda con él, por quien ha abierto los ojos al conocimiento y que la ha estimulado para buscar la gloria literaria, determinación (empeño) que deja clara en los últimos versos.

En el segundo cuarteto, la virtud perdida no tiene que ver con cuestiones de moralidad, sino con la virtú renacentista, muy relacionada con la fortaleza de carácter.

 

 

Texto 1.[12]

Bembo, yo que, hasta aquí, por grave sueño

Viví oprimida, es más, dormí la vida,

Por la luz ahora de vuestra alma inmensa

Oh sol, maestro de todo saber y dueño

 

Abro los ojos, ya que abiertos pueden

Seguir la ruta de virtud perdida;

Donde la dejara el pensar me invita

A recibir de vos la mejor parte

 

Y todo cuanto puedo yo me esfuerzo,

Calentarme a la luz del claro foco

Por dejar de mi nombre eterna huella.

 

Y no por vos sea desdeñado, loco

El empeño, que, si el saber es poco,

No es escaso, señor, mi alto deseo.

(Traducción de María Rosal Nodales)

 

Texto 3 Rime XXXVIII.  A Piero Manelli

 

Ya que la naturaleza, o fue el creador,

me dio como a vosotros igual forma y materia,

no pensáis que también me dio, gentil Manel,

deseos de honor y bellos pensamientos?

¿Es que acaso me creeréis tan vil

Que no sería capaz de expresar

lo que me angustia con altivo ardor

aunque mi estilo no sea como el vuestro?

No lo creáis, no, Piero, pues también yo

Cada hora lucho por acercarme al cielo

y dejar fama de mi nombre en la tierra.

No impida la mala suerte el buen deseo,

Pues antes de que el alma rompa el velo

del cuerpo, he de saciar mi apetencia.

 (Traducción María Rosal Nodales)

 

 


Vittoria Colonna (1490-1547)

La casaron desde niña con un marqués napolitano de origen español, que murió en la batalla de Pavía a las órdenes de Carlos V. Su marido se convirtió, a partir de su muerte, en objeto amoroso principal de sus poemas.

Su origen aristocrático le había facilitado una esmerada educación literaria y artística. Desde joven fue admirada y respetada en los círculos intelectuales de los humanistas. Y siguió siendo así cuando, ya viuda, incrementó sus contactos culturales artísticos y religiosos con personajes importantes.

En Nápoles el conquense Juan de Valdés había establecido un círculo de simpatizantes católicos de la espiritualidad luterana. A su imagen, la poeta fundó otro círculo semejante en Roma. La inquisición estuvo al acecho de estos círculos espirituales, acecho por que sufrieron trágicas consecuencias personas cercanas a ellos, como el florentino Pietro Camesecchi (decapitado y quemado) o el predicador Bernardino Ochino.

 

El círculo romano de Vittoria Colonna influyó de alguna manera en Miguel Ángel, que fue amigo íntimo y amante platónico de la poeta (que se refería a él como il mio bambino), a la que parece que pintó como Sibila en la Capilla Sixtina y con la que intercambió poemas y cartas[13].

Las rimas de Vittoria Colonna, que tuvieron un extraordinario éxito editorial, se dividen en Rimas amorosas (casi todos dedicados a la memoria de su marido) y Rimas espirituales, escritas en su último período romano.

 

Pietro Camisecchi, decapitado y quemado por la Inquisición

Migel Ángel


Texto 1

Tan sólo escribo para ahogar el llanto               
que a mi pecho alimenta únicamente, 
y no por añadir luz a mi sol,
que dejó en tierra tan preciados restos.

Justa razón a lamentar me empuja;
mucho me duele el reducir su gloria;
con palabras más sabias y otra pluma
quitarán a la muerte otros su fama. 

Mi fe pura, mi ardor, mi interna pena 
ante todos me excuse, que es tan grave
que no la enfrentan la razón ni el tiempo. 

Un amargo llorar, no un dulce canto, 
no voz serena, lúgubres suspiros, 
no en estilo, en dolor me dan ventaja
.

Rimas, 1538. (Traducción Luis Martínez de Merlo)

                                 

Boceto de retrato de la Colonna por Miguel Ángel

 

Scrivo sol per sfogar l’interna doglia,
Ch’al cor mandar le luci al mondo sole;

E non per giunger luce al mio bel Sole,
Al chiaro spirto, all’ onorata spoglia.

 

Giusta cagione a lamentar m’invoglia,
Ch’io scemi la sua gloria assai mi dole;
Per altra lingua, e più saggie parole,
Convien ch’a Morte il gran nome si toglia.

 

La pura fè, l’ardor, l’intensa pena
Mi scusi appo ciascun, che ’l grave pianto
E’ tal, che tempo, nè ragion l’affrena.

 

Amaro lagrimar, non dolce canto,
Foschi sospiri, e non voce serena,
Di stil no, ma di duol mi danno il vanto.

Rime, 1538.

 

Soneto admirablemente construido sobre dualidades: el deseo de ensalzar la memoria/el temor de disminuirla; mis palabras/otras más sabias; el gran dolor, la fe, el ardor/el freno del tiempo y de la razón.

Estas dualidades se concentran genialmente en el segundo terceto de tres versos bimembres en el original (y fielmente traducidos) totalmente definitivos.

 

 



 

Sibila de la Capilla Sixtin


 

 


Texto 2.

 

Quando il gran lume appar nell’oriente,

che il negro manto della notte sgombra,

e dalla terra il gelo e la fredd’ombra

dissolve e scaccia col suo raggio ardente:

 

de’ primi affanni, ch’avea dolcemente

il sonno mitigati, allor m’ingombra:

ond’ogni mio piacer dispiega in ombra,

quando da ciascun lato ha l’altre spente.

 

Così mi sforza la nimica sorte

la tenebre cercar, fuggir la luce,

odiar la vita e desiar la morte.

 

Quel che gli altri occhi appanna a’ miei riluce,

perché chiudendo lor, s’apron le-porte

alla cagion ch’ai mio sol mi conduce.

 

 

(Traducción de Luis Martínez de Merlo)

Cuando el gran resplandor por el oriente

levanta el negro manto de la noche,

y al hielo y sombra fría de la tierra

los disuelve y ahuyenta con sus rayos:

 

con las primeras cuitas, que mi sueño

mitigó dulcemente, ahora me oprime:

arroja sombra en todos mis placeres

cuando en todos los otros la levanta.

 

Así me fuerza la enemiga estrella

a escapar de la luz y amar lo oscuro,

a odiar la vida y desear la muerte.

 

Luce en los míos si a otros ojos ciega,

porque se abren las puertas, si los cierro,

a la ocasión que hasta mi sol conduce.

 

 

Texto 3.

 

Quando morte disciolse il caro nodo

che il cielo avvinse la natura e amore,

tolse agli occhi l’obietto e il cibo al core,

ma strinse l’alme in più congiunto modo.

 

Questo è quel laccio ond’io mi pregio e lodo,

che mi trae fuor d’ogni mondano errore:

e mi tien nella via ferma d’onore,

ove de’ miei desir cangiati godo.

 

Sterili i corpi fur, l’alme feconde,

che il suo valor lasciò raggio sì chiaro,

che sarà lume ancor del nome mio.

 

Se d’altre grazie mi fu il cielo avaro,

e se il mio caro ben morte m’asconde,

pur con lui vivo: ed è quanto desio.

 

(Traducción de Luis Martínez de Merlo)

 

Al desatar la muerte el nudo amado

que ataron cielo, amor, naturaleza,

me robó mi alimento y mi deleite,

mas ató el alma en forma aún más estrecha.

 

Este es el lazo aquel que alabo y precio,

que de cualquier mundano error me aparta:

y me mantiene en el camino honesto

donde me gozo en mi querer mudado.

 

Yermos los cuerpos, mas fecunda el alma,

pues su valor dejó tan claro rayo

que ha de ser siempre luz del nombre mío.

 

Si me fue el cielo avaro en otras gracias,

y si mi amado bien me hurta la muerte,

Poema basado en la paradoja: la muerte desata el nudo del matrimonio, pero une más estrechamente el vínculo, al ponerlo en el alma, más duradera que el cuerpo.

Vivo con él es la expresión mayor de fidelidad voluntaria en una viuda que asume el camino honesto no como un deber, sino como un placer

vivo con él: esto es cuanto deseo

 


Veronica Franca (1546-1591)


 

Jacopo de Barbari, Venetie MD (1500) 1

Su vida está muy ligada a Venecia. Cuando la ciudad era, por su riqueza y por su cultura, la luz de Italia, Verónica Franca fue la honra de Venecia.

Aprendió de su madre el oficio de cortesana honesta y se convirtió en la profesional más prestigiosa, capaz de representar la cultura brillante, la sensualidad y liberalidad renacentista de la Serenísima. Como cortigiana poetessa, que así era conocida, fue, también, un reclamo turístico y diplomático: la visitó Montaigne, que la cita en su Diario de viaje en Italia (Journal de voyage en Italie) e indica que Veronica le regaló una edición de sus cartas; y fue encargada por el gobierno de la ciudad para agasajar al rey de Francia Enrique III, a quien dedicó, además, dos sonetos y le regaló uno de los retratos de Tintoretto.

 Fue la única poeta véneta que vio publicadas sus obras en vida: Terze rime, larga obra epistolar en tercetos, al estilo de las Heroidas de Ovidio; Lettere familiari a diversi, colección de cartas al estilo de los humanistas, obra dedicada al cardenal Luigi d’Este, y quince sonetos.

Sin ningún asomo de arrepentimiento o mala conciencia, en sus obras exalta gozosamente sus artes amatorias, manifiesta una notable educación cultural, se erige en defensora de las mujeres, exalta patrióticamente su patria y plantea algunos problemas intelectuales, como, por ejemplo, en una carta a Tintoretto, la relación entre naturaleza y arte o la superioridad de los pintores modernos sobre los antiguos.

La peste que sufrió Venecia (1575-1577) y la implantación de la Santa Inquisición fue un duro golpe para la ciudad alegre y confiada, rica y libre. La brillante Veronica comenzó su declive: estuvo dos años fuera de su patria y tuvo que enfrentarse a la Inquisición, acusada de brujería y de no ir a misa. Derrotó al santísimo tribunal con su gracia e inteligencia, pero ya no volvió a ser la misma: su fortuna y reputación no se recuperó porque no pudo derrotar el miedo de los venecianos poderosos.

Más o menos fielmente, su vida ha sido objeto de una película protagonizada por Catherine McCormack titulada Dangerous Beauty (1998) dirigida por Marshall Herskovitz basado en el libro The Honest Courtesan, de  Margaret F, Rosenthal (1992).


 

 Portada de la edición de Terze Rime   

"Cuando nosotras también estamos armadas y entrenadas, podemos convencer a los hombres de que tenemos las manos, los pies, y un corazón como el suyo y, aunque podemos ser delicadas y suaves, algunos hombres que son delicados también son fuertes, y otros, fuertes y duros, son cobardes… ". - Verónica Franca


 

Catherine McCormack intérpreta a Verónica Franco en  “Dangerous Beauty

Texto 1. De Terze rime, XXIV

 

La razón quiere que todo de vos crea bueno, pero[14] después de un efecto verosímil hace que descrea lo que yo antes creía. Sea como sea, se me ha dicho: que, si es falso o verdadero, no importa que lo diga si estoy resuelta [a hacerlo] y no tengo sospecha: basta que me tengáis como amiga como en efecto lo soy, de manera que en gozaros no sería escasa ni en obra ni en trabajo. Y ahora que yo me dirijo a razonaros de algo que entenderéis, a eso me acerco, que es lo que debe hacer quien hace profesión de amaros. Así pues, en mi presencia se ha dicho que a una mujer inocente habéis ofendido con lengua cortante y corazón mal dispuesto; y que, multiplica la ofensa, cuanto ella más paciente ha sido, en vos la ira más se ha encendido, de manera que, impulsado por el desdén, impaciente, la mano le habrías puesto encima si no lo hubiera evitado alguno que estaba presente; pero entonces vos la amenazaste fuertemente y juraste querer cortarle el rostro, anunciando para hacerlo el tiempo y la hora. Extraño me parece oír, de un hombre apartado de las feas costumbres del vil vulgo, tal nueva e inesperada información; y mientras con el pensamiento a vos me dirijo, de la virtud amigo y de lo honesto, la fe a aquél que se me dijo quito. Por otra parte, sé cuánto es molesto el impulso de la ira y cómo a menudo éste nos lleva a lo que es vergonzoso y deshonesto; y no siempre la razón, que los sentidos frena, se encuentra con la mano tirando del bocado y la mucha codicia rompe cualquier cadena. Si por ímpetu de ira el fallo ha sucedido, no permanezcáis en el mal, sino reconoced cuánto fuera del deber os habéis colocado. Los ojos de vuestro sentido tened en cuenta, y vos mismo ved cuánto es desagradable injuriar a las mujeres. ¡Pobre sexo, con mala fortuna siempre creado, porque siempre está sujeto y sin libertad! Sin embargo, el defecto ciertamente no fue nuestro, que si bien no somos fuertes como el hombre, como el hombre tenemos mente e intelecto. En la fuerza corporal no está la virtud, sino en el vigor del alma y del ingenio por el que todas las cosas son conocidas. Y ciertamente sé que un lugar menos digno no tienen las mujeres, pues de ser mayores que los hombres han dado más de un signo. Pero si de vos se reputan menores, quizá sea porque en modestia y en saber somos más sencillas y mejores que vosotros. ¿y qué es lo verdadero? ¿lo queréis ver? Que el más sabio sea también el más paciente parece que cuadre con la razón y el deber: del loco es propio ser insolente, pero aquella piedra del pozo el sabio sacó, que para otros lanzarla fue vano e imprudente.

(…) Pero la mayoría de los hombres en eso falla; y la mujer para que no continúe el mal, se acomoda y acepta ser vasalla. Que si quisiera mostrar cuánto vale en lo que a la razón se refiere, sería no igual sino mucho mayor que el hombre. Pero la humana progenie fallaría, si la mujer, obstinada en su lucha, fuese con el hombre como él, malvada, hiriente y traidora. Para no fastidiar al mundo, que es tan bello para nuestra especie, la mujer calla, y se somete al hombre tirano y felón, que además de reinar tanto se complace, como hacen la mayoría de aquellos que no saben (que el peso mundano a quien más sabe, más desagrada) que los hombres por eso hacen gran honor a las mujeres, porque les cedieron a ellos el mando y siempre lo han conservado para ellos. Por tanto, sedas, bordados, plata y oro, gemas, púrpura y lo que hay de más preciado se pone para adornar tan alto tesoro; y como conviene a nuestro egregio estado, no sólo son [más] ricos nuestros ornamentos que el más pomposo y apreciado adorno, sino que [además] los hombres vienen reverentes a nosotras y nos ceden el sitio en casa y en la calle, y en eso no son en absoluto tardos o negligentes. Por esto también conviene que ellos lleven el sombrero en la cabeza, para quitárselo ante nosotras y ante cualquiera que se encuentren; e incluso aunque sean entren ellos enemigos, no dejan de honrar a las mujeres de sus enemigos. De esta argumentación se deduce cuánto aborrece la educación del hombre gentil la ofensa hecha a nuestro sexo. Y no creáis que yo hable así ahora con otro fin que el de mostraros cómo el ofender a las mujeres sea un claro pecado. Por otra parte, me han informado quién es aquella de la que se me dijo que injuriaste y amenazaste tanto.

 

De Harmonía Rosales

 

 


Texto 2



Desde que el destino me obligó a abandonarte, oh [Venecia].
En mi memoria regreso a ti constantemente,
oh amigable y leal refugio patrio […]
Ninguna dulzura puede aliviar mi amargura
por el dolor que me causó dejarte atrás,
oh, tierra nativa tan amada. […]
Abandoné a Venecia, patria sin par,
abandoné las doradas mansiones y tallas de mármol,
tan altas sobre las aguas que el mar sereno
de ellas se aleja para contemplar su belleza;
que las olas, aliviando su furia
fluyen hasta aquí para bañar la sagrada ciudad,
reina del mar, engastada en el mar.
Y el agua humildemente retrocede a sus pies,
y tomando los variados y sinuosos canales
va encontrando su ruta por incontables caminos. […]
Todo el mundo viene a admirarla
como el más singular milagro de Natura,
más bella mientras más se mira,
y aunque está desnuda de muralla exterior,
es menos accesible que una fortaleza,
muros o troneras, fuerte y segura.
Todo lo que contiene el universo
de uso y necesidad para la vida humana
es traído aquí desde el universo entero
a rendirle lo que ella merece,
abunda en territorios bien ordenados
para producir todo lo que en ella no fructifica
y así la rodea una eterna abundancia,
sus arenosas playas son las más fértiles tierras
sobre toda la Tierra. […]
Los altos adornos y el inmortal esplendor
de mi famosa y magnífica patria
me hacen odiar estos bosques y estas landas. […]
Oh, amado refugio, la pena me embarga
.



 

 

 

 

 

 

 



[1] Se così come sono abietta e vile/donna, posso portar sì alto foco,/perché non debbo aver almeno un poco

di ritraggerlo al mondo e vena e stile?/ S'Amor con novo, insolito focile,/ov'io non potea gir, m'alzò a tal loco,

perché non può non con usato gioco/far la pena e la penna in me simìle?/E, se non può per forza di natura,

puollo almen per miracolo, che spesso/vince, trapassa e rompe ogni misura./Come ciò sia non posso dir espresso;

io provo ben che per mia gran ventura/mi sento il cor di novo stile impresso.

 

[2] El juego de palabras sólo se percibe en italiano: pena y penna (pluma)

[3]Gli occhi onde mi legasti, Amor, affrena,/sì che non veggan mai altra bellezza,/altra creanza ed altra gentilezza

di belle donne onde la Francia è piena;/ acciò che quanto ora è dolce ed amena,/non sia piena di lagrime e d'asprezza/la vita mia, ch'ogn'altra cosa sprezza,/fuor che la luce lor chiara e serena.

 E, s'egli avien che sia lor mostro a sorte,/obietto che sia degno esser amato,/ed accenda quel cor tenace e forte,

 ferisci lui col tuo stral impiombato,/o con quel d'oro dona a me la morte,/perché viver non voglio in tale stato.

 

[4] Se refiere a la luz de los ojos del amado

[5] Occhi lucenti e belli,

com’esser può che in un medesmo istante

nascan da voi nove sì forme e tante?

Lieti, mesti, superbi, umili, alteri

vi mostrate in un punto, onde di speme

e di timor m’empiete,

e tanti effetti dolci, acerbi e fieri

nel core arso per voi vengono insieme

ad ognor che volete.

Or, poi che voi mia vita e morte sète,

occhi felici, occhi beati e cari,

siate sempre sereni, allegri e chiari.

 

[6] No bastaba al amor cruel y artero/desposeerme de tu sacro rostro/sin el que quedo yo, y de mí arrancado

todo mi bien, toda paz y contento, /que, aun para más crecer la ardiente llama, / no me dejó mostrarte el mal tomado/

por tu partir, ni cómo el pecho envuelto/ fuese por esa causa el tenaz duelo/ mas, como el amor cruel no quiso entonces,

con el alma llorando escribo y digo/ que sólo eres tú a quien mi pecho adora.

Y, ya que estoy privada de tu imagen, /sólo pensando en ti yo vivo ahora/ y en tal estado quedo mientras viva

 

 

[8] Ride la terra, e d'ogni parte rende
Mille soavi e dilettosi odori;
Coperta di leggiadri, e vaghi fiori
A guisa d'un bel ciel tutta resplende.

Amor ch'in tal stagion forza riprende
Rinova in ogni cor gli antici amori,
E mille cari e leggiadretti ardori
D'ogni fedele amante in petto accende.

Scherzano per le piagge lascivetti
Gli animai l'un l'altro festeggiando,
Ch'Amore insegna lor novi diletti.

Sola io, d'ogni mia pace posta in bando
Offesa da timor, noie, e sospetti
Lontana dal mio ben vivo pensando.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          

 

[9] En la otra vida

[10] Se refiere a Fortuna

[11] Citado por Mazzucchelli

[12] Bembo, io che fino a qui da grave sonno
oppressa vissi, anzi dormii la vita,
or da la luce vostra alma infinita,
o sol d’ogni saper maestro e donno,

desta apro gli occhi, sì ch’aperti ponno
scorger la strada di virtù smarrita;
ond’io lasciato ove ‘l pensier m’invita

de la parte miglior per voi m’indonno:

e quanto posso il più mi sforzo anch’io,
scaldarmi al lume di sì chiaro foco,
per lasciar del mio nome eterno segno.

E o non pur da voi si prenda a sdegno
mio folle ardir, che se ‘l sapere è poco,
non è poco, Signor, l’alto disìo.

 

 

[13] A Vittoria Colonna
Imposible parece y nos lo advierte

empero la experiencia, que más dura

de mármol insensible una figura

que su autor, presa en breve de la muerte .

Más que la causa es el efecto fuerte,

por el arte es vencida la natura:

lo sé yo a quien da gloria la escultura,

 y ya me acerco a la vejez inerte .

Tal vez a ti y a mí dar larga vida

puedo con el cincel o los colores,

 adunando mi amor y tu semblante . Y

 mil años después de la partida,

se verán tus hechizos vencedores, y

 cuánta razón tuve en ser tu amante .

 

Traducción de Clemente Althaus
.

[14]

La ragion vuol ch’ogni ben di voi creda/, ma poi del verisimile l’effetto/ fa che quel ch’io credei prima discreda/. Comunque sia, egli m’è stato detto: /se falso o ver, non importa ch’io dica/ s’io son risolta o se n’ho alcun sospetto:/ basta che mi tegniate per amica, /come infatti vi son, sí che in giovarvi/ non sarei scarsa d’opra o di fatica./ Ed or ch’io mi conduco a ragionarvi/ di quanto intenderete, a quel m’accosto/, che dè’ chi fa profession d’amarvi./ Dunque a la mia presenza vi fu opposto/ ch’una donna innocente abbiate offesa/ con lingua acuta e con cor mal disposto;/ e che, moltiplicando ne l’offesa,/ quant’è colei piú stata paziente,/ in voi l’ira si sia tanto piú accesa,/ sí che, spinto da sdegno, impaziente/ le man posto l’avreste adosso ancora,/ se nol vietava alcun ch’era presente;/ ma voi la minacciaste forte allora,/ e giuraste voler tagliarle il viso,/ osservando del farlo il tempo e l’ora/. Strano mi parve udir, d’un uom diviso/ dai fecciosi costumi del vil volgo,/ un cotal nuovo inaspettato aviso/; e mentre col pensiero a voi mi volgo/, de la virtute amico e de l’onesto/, la fede a quel che mi fu detto tolgo./ Da l’altra parte so quanto è molesto/ lo spron de l’ira, e come spesso ei mena/ a quel ch’è vergognoso ed inonesto;/ né sempre la ragion, che i sensi affrena,/ a stringer pronto in man si trova il morso,/ e ‘l gran soverchio rompe ogni catena./ Se per impeto d’ira il fallo è occorso,/ non durate nel mal, ma conoscete/ quanto fuor del dever siate trascorso. /Gli occhi del vostro senno rivolgete, /e quanto ingiuriar donne vi sia/ disdicevole, voi stesso vedete/. Povero sesso, con fortuna ria/ sempre prodotto, perch’ognor soggetto/ e senza libertà sempre si stia/! Né però di noi fu certo il diffetto,/ che se ben come l’uom non sem forzate,/ come l’uom mente avemo ed intelletto/ Né in forza corporal sta la virtute, /ma nel vigor de l’alma e de l’ingegno,/ da cui tutte le cose son sapute;/ e certa son che in ciò loco men degno/ non han le donne, ma d’esser maggiori/ degli uomini dato hanno piú d’un segno/. Ma se di voi si reputiam minori,/ fors’è perché in modestia ed in sapere/ di voi siamo piú facili e migliori/. E che sia ‘l ver, voletelo vedere?/ Che ‘l piú savio ancor sia piú paziente/ par ch’a la ragion quadri ed al devere:/ del pazzo è proprio l’esser insolente,/ ma quel sasso del pozzo il savio tragge/, ch’altri a gettarlo fu vano e imprudente/ E cosí noi che siam di voi piú sagge,/ per non contender vi portamo in spalla,/ com’anco chi ha buon piè porta chi cagge/. Ma la copia degli uomini in ciò falla;/ e la donna, perché non segua il male/, s’accomoda e sostien d’esser vassalla./ Ché se mostrar volesse quanto vale/ in quanto a la ragion, de l’uom saría/ di gran lunga maggiore, e non che eguale/. Ma l’umana progenie manchería,/ se la donna, ostinata in sul duello/, foss’a l’uom, com’ei merta, acerba e ria.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario