Poetas italianas
del Renacimiento
Veónica Franco, por Tintoretto
Vittoria Colonna
Gaspara
Stampa
Ver. Gámbara por Correggio .
Tullia d'Aragona
Introducción
En el
siglo XVI las ciudades italianas vivieron una eclosión de mujeres poetas sin
semejanza en otros países, y con una relativa aceptación social por parte de la
población intelectual masculina. Siguiendo la norma establecida por Pietro
Bembo, respetaban formalmente el modelo de Petrarca, pero también continuaron
una tradición lírica femenina transgresora de convencionalismos que se
caracterizaba por una
reivindicación del valor de la mujer y por una espontaneidad, sinceridad y
libertad bastante llamativas.
Mientras en los escritos
de Petrarca la sensualidad aparece mitigada y con una necesidad de purificación
y arrepentimiento, en estas poetas el amor sensual se suele presentar con una
frescura natural, sin necesidad de represión ni asomo alguno de vergüenza. Esa
es la mayor separación del modelo petrarquista, común, por otro lado,
a lo que hemos podido ver
en la lírica francesa de Louise Labé. Además, en esta poesía femenina con
frecuencia está presente la reivindicación del papel cultural de la mujer y su
asalto a la gloria poética.
Si en estas poetas
queremos ver alguna carencia, habrá que observar que quizás les falta superar
el estadio de una poesía de efusión y confesión y pasar a una etapa de búsqueda
de la belleza y canto a la naturaleza, evolución que pudimos ver en Garcilaso.
Como es norma en la
literatura femenina, al menos la de siglos pasados, sólo algunas mujeres
tuvieron oportunidad de acceder a la gloria literaria ocupada por los hombres.
Damas aristocráticas que pudieron gozar de una educación humanística que les
permitió dedicarse con honor a la escritura (sobre todo si se quedaban viudas,
como Veronica Gambara o Vittoria Colonna). Había pasado en la Edad Media y
siguió sucediendo en el Renacimiento. Lo nuevo en el siglo XVI con respecto a
la mujer fue el renacer de un tipo de mujer libre, que en la antigüedad clásica
se llamaban hetairas. Sin control de marido, sin tener que encerrarse en un
convento, independientes y, sobre todo, muy cultas, dominaron los recursos
poéticos, fomentaron la cultura en sus ciudades (particularmente en Venecia),
controlaron la incipiente industria del libro y brillaron en la sociedad como
escritoras. Se llamaron, en italiano, cortegiane oneste (cortesanas
honestas). Con el apelativo se intentaba
distinguir a las mujeres libres, cultas y refinadas, atractivas no sólo por su
belleza sino también por las habilidades musicales, literarias e, incluso,
filosóficas, de las meretrices normales. Estas señoras estaban más asimiladas
socialmente a las damas aristocráticas que a las prostitutas. Las más conocidas
fueron Gaspara Stampa, Tullia d’Aragona y Veronica Franca.
El término cortesana era
muy apropiado en aquellos tiempos renacentistas. Todas las personas cultas
habían leído El cortesano de
Castiglione, ese primer manual de buenas maneras, cuyo libro tercero estaba
dirigido al glamour de las damas. También conocían la parodia del Aretino, la
comedia La cortesana.
Los modales exquisitos,
la posibilidad de elegir a sus protectores, las habilidades musicales y literarias,
los salones culturales y las desorbitadas tarifas, todo ello permitía a las
cortesanas honestas acceder a la alta sociedad de aristócratas, prelados y
pintores de moda.
Gaspara Stampa (1523-1554)
No tenemos muchos datos de su vida: nació en Padua, vivió y murió en
Venecia ejerciendo de honorable cortesana
honesta. Se conocen los nombres de dos de sus amantes, objetos de sus
poemas: el aristócrata Collaltino de Collalto, a quien dedica más de doscientos
poemas de alabanza a su belleza y de reproches a su inconstancia, y un tal Bartolomeo
Zen.
Su hermano Baldassare la introdujo en los círculos intelectuales de
Venecia, donde fue muy respetada, y su hermana Cassandra, famosa como cantante,
se encargó de editar póstumamente sus Rimas en 1554, libro que apareció apoyado
con sonetos de alabanza de varios poetas contemporáneos, a semejanza de la
edición francesa de Louise Labé.
Esta primera edición se componía de 310 poemas entre sonetos, madrigales y
otras formas poéticas.
Se suele valorar el contenido de sus poemas como un continuado diario
íntimo. Pero no sigue fielmente el código petrarquista que Pietro Bembo
proponía como modelo de la poesía lírica. Se trata de una poesía erótica en
todos las formas y matices del sentimiento amoroso: ilusión, admiración, placer,
dolor, melancolía, temor desde una óptica decididamente femenina y con un tono
espontáneo y desinhibido.
En el siglo XIX se editaron sus cartas y la crítica literaria comenzó a valorar
debidamente la importancia de la autora en la historia del Renacimiento
italiano.
Texto 1.
Si aun siendo como soy abyecta y vil[1]
mujer, puedo llevar tan alto fuego
¿por qué no lo hago arder, siquiera un poco,
y se lo muestro al mundo con estilo?
Si amor con nuevo, extraordinario ardor,
que no esquivé, tan alto me condujo,
¿por qué no puedo yo, con juego insólito
hermanar en mi alma pena y pluma[2]?
Y si no puedo por naturaleza,
por milagro podré, que tantas veces
vence, traspasa y rompe toda regla.
Yo no acierto a expresar si esto es posible,
pero empiezo a sentir, para mi suerte,
de ilusión renovado el corazón.
El soneto comienza
con una manifestación de falsa modestia, que también puede interpretarse
como ironía (abyecta y vil como toda mujer); a la vez, reivindica la fuerza
de su pasión, no inferior a la de los poetas masculinos. En el segundo
cuarteto expone su libertad para amar sin ningún arrepentimiento. En los tercetos sigue
insistiendo en su decisión de escribir por mucho que digan que es mujer
(naturaleza y milagro), y se anima a sí misma en esta decisión de ser
poeta. En resumen, Gaspara
Stampa domina la retórica de la falsa modestia y la pone al servicio de una
clara reivindicación no sólo de su voluntad de entregarse al amor, sino
también de expresarlo poéticamente. |
Texto 2
Amor, cubre los ojos que
me ataron[3]
para que nunca vean la
belleza,
la buena educación, la
cortesía
de las mujeres bellas que
hay en Francia;
que mi vida, que ahora es
dulce y grata,
no se llene de llanto y
aspereza
porque desprecio todo en
este mundo,
excepto por su luz clara
y serena[4].
Y si él encuentra, por
azar, alguna
que sea digna de su amor
y encienda
su corazón con fuerza y con
constancia,
hiérelo con el
plomo de tu flecha,
o dame muerte con tu
flecha de oro,
que no quiero vivir de
esa manera.
Comienza el poema con
la alabanza a los ojos de su amado (los ojos y las manos son los elementos
preferidos por la autora para cantar la belleza) En el soneto hay una
encendida alabanza a las mujeres francesas y un juego mitológico con las
dos flechas de Cupido; la de oro le corresponde, por supuesto al yo lírico,
y la de plomo se la desea al amado para que desdeñe el amor de posibles
rivales. Su enamorado terminó
casándose con una francesa. |
Texto 3.
Amor m'ha fatto tal ch'io vivo in foco
Qual nuova salamandra al mondo e quale
L'altro di lei non men stranio animale,
Che vive e spira nel medesmo loco.
Le mie delizie son tutte e il mio gioco
Vivere ardendo e non sentire il male,
E non curar ch'ei che m'induce a tale
Abbia di me pietà molto nè poco.
Appena era anche estinto il primo ardore,
Che accese l'altro Amore, a quel ch'io sento
Fin qui per prova, più vivo e maggiore;
Ed io ardere amando non mi pento,
Pur che chi m'ha di nuovo tolto il core
Resti dell'arder mio pago e contento.
Este es el soneto más
famoso de la Stampa, y en él vemos el verso más comentado y alabado: vivere
ardendo e non sentire il male. Está dedicado a su
nuevo amor (verso 10, l’altro amore), por lo cual se compara en el
primer cuarteto con el ave fénix (que muere y resucita) y con la salamandra
que vive en el fuego (según los bestiarios medievales) Ese segundo amor es
otra gran diferencia con Petrarca y el canon del amor único (Dante-Beatriz;
Petrarca-Laura) En los tercetos deja
claro que no se arrepiente de dejarse llevar por un nuevo amor con tal de
que su pasión (tema recurrente del fuego) satisfaga a su nuevo amante. |
Veronica Gambara (1485- 1550)
Correggio.Retratos
de damas identificadas tradicionalmente con Veronica Gambara
De familia rica y muy culta, de
tradición humanista, recibió una exquisita educación que le permitió dominar
varias lenguas, escribir desde muy joven poesías y cartas en latín y ser
discípula predilecta de Bembo, el líder del petrarquismo en el renacimiento. La
familia, poseía el feudo de Pralboino, cerca de Brescia (Normandía) y concertó
el matrimonio de Verónica con el conde de Correggio, viudo de cincuenta años
con dos hijos, con quien tuvo otros dos.
Cuando el conde murió, ella se
hizo cargo de la educación de los hijos y del gobierno de Correggio ciudad que
convirtió en una corte literaria visitada por escritores y artistas de la época
y que rigió, al parecer muy bien, durante treinta y dos años. Fue, pues un
ejemplo notable de mujer de estado, o, digamos, mujer pública.
Aunque la familia había sido de
tendencia francesa, Veronica se hizo aliada de Carlos V y fue muy apreciada por
él. En su poesía, fundamentalmente
amorosa y nostálgica, hubo lugar para apoyar la política imperial y para
procurar la unidad de Italia.
Su poesía sigue las pautas
propuestas por Pietro Bembo: claridad de conceptos y de expresión, delicadeza y
refinada elegancia. De las poetas del siglo XVI es, seguramente, la más fiel al
modelo de Petrarca propuesto por su maestro Pietro Bembo. Poeta de un único
amante, como Petrarca con Laura, sus poemas amorosos están dedicados, según
parece, a su esposo muerto.
Además de la poesía amorosa,
tiene otros poemas que responden a su papel político de mujer de estado, como
algunos dedicados al emperador. Otros poemas y cartas (se conocen unas ciento
treinta de ellas) parece que responden al deseo de contactos con personajes
importantes para favorecer a sus hijos.
Pietro Bembo Correggio
en la actualidad
Texto 1 |
|
(Traducción de María
Cinta Montagut) Ojos lucientes, bellos[5] ¿cómo puede ser que en un mismo instante nazcan de vos tantas, tan nuevas formas? Contentos, tristes, soberbios, humildes, os mostráis a un tiempo, olas de esperanza y de temor me llenan efectos tantos, dulces, agrios, fieros en el ardiente pecho por vos se juntan por donde ya quisiereis. Ahora ya que sois vos mi vida y muerte ojos alegres, ojos felices y queridos, siempre seáis serenos, alegres, claros.
|
Texto 2.
Non bastava ad amor empio e fallace[6]
avermi priva del tuo sacro volto,
senza 'l quale essend' io, è da me tolto
ogni mio bene, ogni contento e pace;
Che ancor per crescier più l'ardente face
non me lasciò monstrarti il male accolto
pel tuo partir nel cor, ne' come involto
fosse per tal effetto in duol tenace.
Ma poi che amor crudel non volse allora
con questa mia piangendo e 'l dico e scrivo
esser te sol colui, che'l cor adora.
E benché quel sia del vederti privo,
d'altro ch 'a te pensar non vive ogn'ora
e 'n tal stato ha a restar per sin ch'io vivo.
La autora manifiesta
en este soneto su decisión, como mujer de estado y como poeta, de no volver
a casarse ni dedicar su canto amoroso a otra persona en lo que le quede de
vida. Lo digo y lo escribo es una fórmula que implica solemnidad y
compromiso con esta decisión, que podemos suponer que no es sólo personal,
sino también política. El duol tenace (el tenaz duelo)
lo mantuvo la Gambara, efectivamente, toda su vida (y en tal estado quedo mientras viva) vistiendo de negro y
poseyendo caballos negros, según sus biógrafos. |
Texto 3.
Ríe la tierra y por doquier ofrece[7]
Mil suaves y deleitosos olores;
Cubierta de etéreas bellas flores
Como un bello cielo resplandece.
Amor, que en estación tal aparece,
En los pechos renueva otros amores
Y mil caros y gentilillos fuegos
En todo fiel amante el pecho enciende.
Por los llanos corretean, lascivillos
Los animales, todos festejando
Que les enseña amor nuevos placeres;
Sola yo, de cualquier paz apartada,
Herida de temor, hastío y sospechas,
Lejana de mi bien, sigo penando[8]
En este soneto,
posiblemente el más petrarquesco de todos, se sigue el clásico esquema del
contraste entre la sensualidad y alegría de la naturaleza en primavera y
los sentimientos de desolación de quien escribe. Con respecto al amor,
llama la atención otro contraste, el de los nuevos amores, nuevos placeres a que la primavera invita y la
confirmación del amor en todo fiel
amante. Este contraste (entre
quien es fiel y quien busca nuevos placeres) explica la conclusión del
poema en el segundo terceto: las sospechas, el hastío y la soledad de quien
es fiel. No sabemos nada de la
juventud de Verónica Gambara antes de casarse con el señor de Correggio,
por lo que sólo es una conjetura sin base sólida decir si el poema está
basado en un amor juvenil o dedicado a su esposo antes de su muerte. |
Isabella di Morra (1520-1546)
Retrato
Escultura en Valsinni.
Castillo de Morra en Valsinni
En la Italia del
sur, cerca del golfo de Nápoles, se sitúa la región de Basilicata, que estaba,
a principios del XVI, bajo la autoridad del virrey castellano de Nápoles, el
mismo que controlaba el exilio de Garcilaso de la Vega.
En la ciudad de
Favale, que ahora se llama Valsinni, nació Isabella, hija del barón del
lugar.en 1520. Su padre,humanista y poeta,educó a Isabella
y a su hermano mayor esmeradamente y según los principios y saberes humanistas.
Pero tenía un problema, que era partidario de los franceses. Tuvo que exiliarse
en París, se llevó a su hijo mayor (de nombre Escipión) que congeniaba con
Isabela, y la dejó a las órdenes (así eran aquellos tiempos) de sus otros tres
hermanos varones, que no eran precisamente cultos humanistas.
Con el exilio del
padre comenzó para la poeta un encierro casi carcelario en el castillo
familiar. En esa circunstancia de opresión es donde se debe buscar la
singularidad de Isabella Morra con respecto las otras poetas, altas damas o
cortesanas independientes, asiduas a los salones literarios, que podían conocer
y tratar familiarmente a artistas y escritores.
El aislamiento y
lo agreste del paisaje tuvieron mucho que ver con una poesía bastante distinta
a la que se lee aquí de otras escritoras de su tiempo.
El aislamiento no
sólo fue metafóricamente una muerte en vida. Sus hermanitos,que cuidaron obsesivamente
de su honor, la mataron físicamente, porque había tenido tratos epistolares con
un noble poeta de origen español (eran bestiales, pero muy honorables). Sí
murió, metafóricamente, por tercera vez cuando fue olvidada por todos; la
olvidó la justicia, que no castigó a los culpables, y la olvidaron los hombres
y las mujeres de letras, aunque hay que reconocer que llegaron a editar su
breve cancionero.
La resucitaron
los románticos, que se preocuparon más por su vida que por sus poemas. Y ahora
quizá está excesivamente resucitada, excesivamente acompañada por la riada de
turistas ocasionada por Parco letterario “Isabella Morra”,
inaugurado en 1993 que
sustituye al turbio río Siri (ahora llamado Sinni) que escuchaba las
confidencias solitarias de Isabella.
Lo que se ha
conservado de su cancionero es muy breve: diez sonetos y tres canciones
Texto 1
I fieri assalti di crudel Fortuna
scrivo piangendo, e la mia verde etate;
me che ’n sì vili ed orride contrate
spendo il mio tempo senza loda alcuna.
Degno il sepolcro, se fu vil la cuna,
vo procacciando con le Muse amate;
e spero ritrovar qualche pietate
malgrado de la cieca aspra importuna,
e col favor de le sacrate Dive,
se non col corpo, almen con l’alma sciolta
essere in pregio a più felice rive[9].
Questa spoglia, dov’or mi trovo involta,
forse tale alto Re nel mondo vive
che ’n saldi marmi la terrà sepolta.
Fieros asaltos de la cruel Fortuna
En mi tierna edad con llanto escribo,
Yo que en tan viles y hórridos paisajes
Consumo el tiempo sin placer alguno.
Digno sepulcro, si fuese vil la cuna
Buscando voy con las amadas Musas,
Y acaso algo de piedad espero
A pesar de la ciega inoportuna.[10]
Y con favor de las sagradas diosas
Libre apenas el alma, que no el cuerpo
Sentirme honrada en más feliz ribera.
Este despojo en que me encuentro envuelta
Puede ser como un rey viva en el mundo,
Mas en duro mármol me tendrá sepulta
En el primer cuarteto
encontramos los cuatro fundamentos de la poesía de la Morra: la cruel
Fortuna, la verde edad, los hórridos paisajes y la ausencia de placer. De
esta fortaleza sin permiso de salida, sólo la liberará la muerte, y su
único refugio, mientras llega, será la poesía. La poesía (las amadas
Musas) es el único contrapeso de su destino, la entrega a ella será lo que
le dé algo de dignidad y algo de piedad de los lectores futuros. Aunque la
única perspectiva es la muerte, la gloria poética le dará la honra de un
sepulcro digno. Las referencias
petrarquistas aquí son meramente un envoltorio formal. El poema es un canto
trágico, no absolutamente desesperado, dedicado al valor salvador de la
poesía. |
Texto 2
D’un alto monte onde si
scorge il mare
miro sovente io, tua figlia
Isabella,
s’alcun legno spalmato
in quello appare,
che di te, padre, a me
doni novella.
Ma la mia adversa e
dispietata stella
non vuol ch’alcun
conforto possa entrare
nel tristo cor, ma, di
pietà rubella,
ha salda speme in pianto
fa mutare;
ch’io non veggo nel mar
remo nè vela
La imagen de una
joven oteando, en vano, el mar por donde se tuvo que alejar su padre es
absolutamente original en el contexto lírico del XVI, y sirve para expresar
de forma plástica la esperanza de liberación. El mar sin movimiento,
sin novedad es, también, imagen de la falta de esperanza y de la soledad. El mar podría ser
también una vía de escape para la poeta, pero se le representa como infeliz y desierto. Como no quiere culpar
a ninguna persona de su desgracia, prefiere culpar y odiar al lugar funesto
(denigrato sito) donde la estrella adversa, la Fortuna, ha
decidido colocarla. |
che l’onde fenda o che
la gonfi il vento.
Contra Fortuna allor
spargo querela,
ed ho in odio il
denigrato sito,
come sola cagion del mio
tormento
Traducción
de María Cinta Montagut
De un alto monte en que
el mar se divisa
Miro a menudo yo,
Isabel, tu hija
Por si algún barco de
vela aparece
Que de ti, padre, me
traiga noticias.
Pero mi adversa y
despiadada estrella
No quiere que ningún
consuelo llegue
Al triste corazón. Y el
amor rebelde
Firme esperanza la
convierte en llanto
No veo yo en el mar remo
ni vela
(tan desierta se ve esa
infeliz llanura)
Que surque olas o que la
hinche el viento.
Contra Fortuna inicio la
pelea
Y crece mi odio a este
lugar funesto
Como única razón de mi
tormento
Poema en los muros del castillo de Valsini
Tullia D’Aragona
(hacia 1510-1556)
De buena familia (hija de un cardenal de la Santa
Iglesia y de una cortesana honesta)
llamó pronto la atención por su extraordinaria formación, por su elocuencia y
por su virtuosismo musical. Su padre había procurado que se educara en todas
las artes de la seducción y en todos los conocimientos humanísticos, y hay
testimonios del estupor que despertaba en los doctos conocer a una niña que ya
disputaba con ellos en latín y en toscano sobre varias materias. En Roma, según
su biógrafo Zlioli comparecía en público con tanta gracia y con tanta hermosura y
amabilidad de aspecto que, si se añadía la pompa y el ornamento de sus lascivos
vestidos parecía que no era posible encontrar nadie más gentil ni educada que
ella. Tocaba los instrumentos musicales con tal dulzura…hablaba con gracia y
elocuencia…[11]
Vivió en varias ciudades, preferentemente en
Roma, y en todas adquirió fama, no sólo por su atractivo físico, sino también
por su inteligencia y por su virtú.
Además de poeta, desarrolló su pensamiento
filosófico en un tratado titulado Sobre
la infinitud del amor, diálogo, comparable al de León Hebreo, sobre la
ética del amor. En el tratado se incide en
la paridad intelectual y sexual de hombre y mujer y se argumenta la
superioridad del amor espiritual sobre el físico, cosa que a algunos críticos
poco sutiles o directamente estúpidos les parecía incomprensible en una
cortesana.
En la tradición de la
poesía femenina de siglos anteriores, Tullia reivindica aquí la igualdad de
aspiraciones de mujeres y hombres. Estas aspiraciones
coincidentes no se refieren al dinero ni al poder, sino a la excelencia de
la expresión literaria (segundo cuarteto), que en el primer terceto se
condensa en la imagen de la lucha por llegar al cielo. No se limita a una
protesta o a una rebeldía; en el segundo terceto aparece la clara
determinación de realizar su apetencia
en esta vida. A este Piero Manelli
dedicó Tullia d’Aragona otros varios poemas |
El salón literario de
Tullia d’Aragona era frecuentado por notables personajes de la cultura.
Pietro Bembo era uno de ellos. Este soneto es una alabanza al autor de Prosas
de la lengua vulgar, la obra que estableció el magisterio de
Petrarca en la lírica italiana del XVI. La autora reconoce su
deuda con él, por quien ha abierto los ojos al conocimiento y que la ha
estimulado para buscar la gloria literaria, determinación (empeño) que deja clara en los
últimos versos. En el segundo
cuarteto, la virtud perdida no
tiene que ver con cuestiones de moralidad, sino con la virtú renacentista,
muy relacionada con la fortaleza de carácter. |
Bembo, yo que, hasta aquí, por grave sueño
Viví oprimida, es más, dormí la vida,
Por la luz ahora de vuestra alma inmensa
Oh sol, maestro de todo saber y dueño
Abro los ojos, ya que abiertos pueden
Seguir la ruta de virtud perdida;
Donde la dejara el pensar me invita
A recibir de vos la mejor parte
Y todo cuanto puedo yo me esfuerzo,
Calentarme a la luz del claro foco
Por dejar de mi nombre eterna huella.
Y no por vos sea desdeñado, loco
El empeño, que, si el saber es poco,
No es escaso, señor, mi alto deseo.
(Traducción de María Rosal Nodales)
Texto 3
Rime XXXVIII. A Piero
Manelli
Ya que la naturaleza, o fue el creador,
me dio como a vosotros igual forma y materia,
no pensáis que también me dio, gentil Manel,
deseos de honor y bellos pensamientos?
¿Es que acaso me creeréis tan vil
Que no sería capaz de expresar
lo que me angustia con altivo ardor
aunque mi estilo no sea como el vuestro?
No lo creáis, no, Piero, pues también yo
Cada hora lucho por acercarme al cielo
y dejar fama de mi nombre en la tierra.
No impida la mala suerte el buen deseo,
Pues antes de que el alma rompa el velo
del cuerpo, he de saciar mi apetencia.
(Traducción María
Rosal Nodales)
Vittoria
Colonna (1490-1547)
La casaron desde niña con
un marqués napolitano de origen español, que murió en la batalla de Pavía a las
órdenes de Carlos V. Su marido se convirtió, a partir de su muerte, en objeto
amoroso principal de sus poemas.
Su origen aristocrático
le había facilitado una esmerada educación literaria y artística. Desde joven
fue admirada y respetada en los círculos intelectuales de los humanistas. Y
siguió siendo así cuando, ya viuda, incrementó sus contactos culturales
artísticos y religiosos con personajes importantes.
En Nápoles el conquense
Juan de Valdés había establecido un círculo de simpatizantes católicos de la
espiritualidad luterana. A su imagen, la poeta fundó otro círculo semejante en
Roma. La inquisición estuvo al acecho de estos círculos espirituales, acecho
por que sufrieron trágicas consecuencias personas cercanas a ellos, como el
florentino Pietro Camesecchi (decapitado y quemado) o el predicador Bernardino
Ochino.
El círculo romano de
Vittoria Colonna influyó de alguna manera en Miguel Ángel, que fue amigo íntimo
y amante platónico de la poeta (que se refería a él como il mio bambino), a la que parece que pintó como Sibila en la
Capilla Sixtina y con la que intercambió poemas y cartas[13].
Las rimas de Vittoria
Colonna, que tuvieron un extraordinario éxito editorial, se dividen en Rimas amorosas (casi todos dedicados a
la memoria de su marido) y Rimas
espirituales, escritas en su último período romano.
Pietro Camisecchi,
decapitado y quemado por la Inquisición
Migel Ángel
Texto 1
Tan sólo escribo para ahogar el llanto
que a mi pecho alimenta únicamente,
y no por añadir luz a mi sol,
que dejó en tierra tan preciados restos.
Justa razón a lamentar me empuja;
mucho me duele el reducir su gloria;
con palabras más sabias y otra pluma
quitarán a la muerte otros su fama.
Mi fe pura, mi ardor, mi interna pena
ante todos me excuse, que es tan grave
que no la enfrentan la razón ni el tiempo.
Un amargo llorar, no un dulce canto,
no voz serena, lúgubres suspiros,
no en estilo, en dolor me dan ventaja.
Rimas, 1538. (Traducción Luis Martínez de Merlo)
Boceto de retrato de la Colonna por Miguel
Ángel
Scrivo sol per sfogar l’interna doglia,
Ch’al cor mandar le luci al mondo sole;
E non per giunger luce al mio bel Sole,
Al chiaro spirto, all’ onorata spoglia.
Giusta cagione a lamentar m’invoglia,
Ch’io scemi la sua gloria assai mi dole;
Per altra lingua, e più saggie parole,
Convien ch’a Morte il gran nome si toglia.
La pura fè, l’ardor, l’intensa pena
Mi scusi appo ciascun, che ’l grave pianto
E’ tal, che tempo, nè ragion l’affrena.
Amaro lagrimar, non dolce canto,
Foschi sospiri, e non voce serena,
Di stil no, ma di duol mi danno il vanto.
Rime, 1538.
Soneto admirablemente
construido sobre dualidades: el deseo de ensalzar la memoria/el temor de
disminuirla; mis palabras/otras más sabias; el gran dolor, la fe, el
ardor/el freno del tiempo y de la razón. Estas dualidades se
concentran genialmente en el segundo terceto de tres versos bimembres en el
original (y fielmente traducidos) totalmente definitivos. |
Sibila de la Capilla Sixtin
Texto 2.
Quando il gran lume appar nell’oriente,
che il negro manto della notte sgombra,
e dalla terra il gelo e la fredd’ombra
dissolve e scaccia col suo raggio ardente:
de’ primi affanni, ch’avea dolcemente
il sonno mitigati, allor m’ingombra:
ond’ogni mio piacer dispiega in ombra,
quando da ciascun lato ha l’altre spente.
Così mi sforza la nimica sorte
la tenebre cercar, fuggir la luce,
odiar la vita e desiar la morte.
Quel che gli altri occhi appanna a’ miei riluce,
perché chiudendo lor, s’apron le-porte
alla cagion ch’ai mio sol mi conduce.
(Traducción de Luis Martínez de Merlo)
Cuando el gran resplandor por el oriente
levanta el negro manto de la noche,
y al hielo y sombra fría de la tierra
los disuelve y ahuyenta con sus rayos:
con las primeras cuitas, que mi sueño
mitigó dulcemente, ahora me oprime:
arroja sombra en todos mis placeres
cuando en todos los otros la levanta.
Así me fuerza la enemiga estrella
a escapar de la luz y amar lo oscuro,
a odiar la vida y desear la muerte.
Luce en los míos si a otros ojos ciega,
porque se abren las puertas, si los cierro,
a la ocasión que hasta mi sol conduce.
Texto 3.
Quando morte disciolse il caro nodo
che il cielo avvinse la natura e amore,
tolse agli occhi l’obietto e il cibo al core,
ma strinse l’alme in più congiunto modo.
Questo è quel laccio ond’io mi pregio e lodo,
che mi trae fuor d’ogni mondano errore:
e mi tien nella via ferma d’onore,
ove de’ miei desir cangiati godo.
Sterili i corpi fur, l’alme feconde,
che il suo valor lasciò raggio sì chiaro,
che sarà lume ancor del nome mio.
Se d’altre grazie mi fu il cielo avaro,
e se il mio caro ben morte m’asconde,
pur con lui vivo: ed è quanto desio.
(Traducción de Luis Martínez de Merlo)
Al desatar la muerte el nudo amado
que ataron cielo, amor, naturaleza,
me robó mi alimento y mi deleite,
mas ató el alma en forma aún más estrecha.
Este es el lazo aquel que alabo y precio,
que de cualquier mundano error me aparta:
y me mantiene en el camino honesto
donde me gozo en mi querer mudado.
Yermos los cuerpos, mas fecunda el alma,
pues su valor dejó tan claro rayo
que ha de ser siempre luz del nombre mío.
Si me fue el cielo avaro en otras gracias,
y si mi amado bien me hurta la muerte,
Poema basado en la
paradoja: la muerte desata el nudo del matrimonio, pero une más
estrechamente el vínculo, al ponerlo en el alma, más duradera que el
cuerpo. Vivo con él es la expresión mayor de fidelidad voluntaria en una viuda que asume el camino honesto no como un deber,
sino como un placer |
Veronica Franca
(1546-1591)
Jacopo de Barbari, Venetie MD (1500) 1
Su vida está muy ligada a Venecia. Cuando la ciudad era, por su riqueza y
por su cultura, la luz de Italia, Verónica Franca fue la honra de Venecia.
Aprendió de su madre el oficio de cortesana honesta y se convirtió en la
profesional más prestigiosa, capaz de representar la cultura brillante, la
sensualidad y liberalidad renacentista de la Serenísima. Como cortigiana
poetessa, que así era conocida, fue, también, un reclamo turístico y
diplomático: la visitó Montaigne, que la cita en su Diario de viaje en Italia (Journal de voyage en Italie) e indica
que Veronica le regaló una edición de sus cartas; y fue encargada por el
gobierno de la ciudad para agasajar al rey de Francia Enrique III, a quien
dedicó, además, dos sonetos y le regaló uno de los retratos de Tintoretto.
Fue la única poeta véneta que vio
publicadas sus obras en vida: Terze rime,
larga obra epistolar en tercetos, al estilo de las Heroidas de Ovidio; Lettere
familiari a diversi, colección de cartas al estilo de los humanistas, obra
dedicada al cardenal Luigi d’Este, y quince sonetos.
Sin ningún asomo de arrepentimiento o mala conciencia, en sus obras
exalta gozosamente sus artes amatorias, manifiesta una notable educación
cultural, se erige en defensora de las mujeres, exalta patrióticamente su
patria y plantea algunos problemas intelectuales, como, por ejemplo, en una
carta a Tintoretto, la relación entre naturaleza y arte o la superioridad de
los pintores modernos sobre los antiguos.
La peste que sufrió Venecia (1575-1577) y la implantación de la Santa
Inquisición fue un duro golpe para la ciudad alegre y confiada, rica y libre.
La brillante Veronica comenzó su declive: estuvo dos años fuera de su patria y
tuvo que enfrentarse a la Inquisición, acusada de brujería y de no ir a misa.
Derrotó al santísimo tribunal con su gracia e inteligencia, pero ya no volvió a
ser la misma: su fortuna y reputación no se recuperó porque no pudo derrotar el
miedo de los venecianos poderosos.
Más o menos fielmente, su vida ha sido objeto de una película
protagonizada por Catherine McCormack titulada Dangerous Beauty (1998) dirigida por Marshall Herskovitz basado en el libro The
Honest Courtesan, de Margaret F, Rosenthal (1992).
Portada de la edición de Terze
Rime
"Cuando
nosotras también estamos armadas y entrenadas, podemos convencer a los hombres de
que tenemos las manos, los pies, y un corazón como el suyo y, aunque podemos
ser delicadas y suaves, algunos hombres que son delicados también son fuertes,
y otros, fuertes y duros, son cobardes… ". - Verónica Franca
Catherine McCormack intérpreta a Verónica
Franco en “Dangerous Beauty
Texto 1. De Terze
rime, XXIV
La razón quiere que
todo de vos crea bueno, pero[14] después de un efecto verosímil
hace que descrea lo que yo antes creía. Sea como sea, se me ha dicho: que, si
es falso o verdadero, no importa que lo diga si estoy resuelta [a hacerlo] y no
tengo sospecha: basta que me tengáis como amiga como en efecto lo soy, de
manera que en gozaros no sería escasa ni en obra ni en trabajo. Y ahora que yo
me dirijo a razonaros de algo que entenderéis, a eso me acerco, que es lo que
debe hacer quien hace profesión de amaros. Así pues, en mi presencia se ha dicho que a una mujer inocente habéis ofendido
con lengua cortante y corazón mal dispuesto; y que, multiplica la ofensa,
cuanto ella más paciente ha sido, en vos la ira más se ha encendido, de manera
que, impulsado por el desdén, impaciente, la mano le habrías puesto encima si
no lo hubiera evitado alguno que estaba presente; pero entonces vos la
amenazaste fuertemente y juraste querer cortarle el rostro, anunciando para
hacerlo el tiempo y la hora. Extraño me parece oír, de un hombre apartado de
las feas costumbres del vil vulgo, tal nueva e inesperada información; y
mientras con el pensamiento a vos me dirijo, de la virtud amigo y de lo
honesto, la fe a aquél que se me dijo quito. Por otra parte, sé cuánto es
molesto el impulso de la ira y cómo a menudo éste nos lleva a lo que es
vergonzoso y deshonesto; y no siempre la razón, que los sentidos frena, se
encuentra con la mano tirando del bocado y la mucha codicia rompe cualquier
cadena. Si por ímpetu de ira el fallo ha sucedido, no permanezcáis en el mal,
sino reconoced cuánto fuera del deber os habéis colocado. Los ojos de vuestro
sentido tened en cuenta, y vos mismo ved cuánto es desagradable injuriar a las
mujeres. ¡Pobre sexo, con mala fortuna
siempre creado, porque siempre está sujeto y sin libertad! Sin embargo, el
defecto ciertamente no fue nuestro, que si bien no somos fuertes como el
hombre, como el hombre tenemos mente e intelecto. En la fuerza corporal no está
la virtud, sino en el vigor del alma y del ingenio por el que todas las cosas
son conocidas. Y ciertamente sé que un lugar menos digno no tienen las mujeres,
pues de ser mayores que los hombres han dado más de un signo. Pero si de vos se
reputan menores, quizá sea porque en modestia y en saber somos más sencillas y
mejores que vosotros. ¿y qué es lo verdadero? ¿lo queréis ver? Que el más sabio
sea también el más paciente parece que cuadre con la razón y el deber: del loco
es propio ser insolente, pero aquella piedra del pozo el sabio sacó, que para
otros lanzarla fue vano e imprudente.
(…) Pero la mayoría
de los hombres en eso falla; y la mujer para que no continúe el mal, se acomoda
y acepta ser vasalla. Que si quisiera
mostrar cuánto vale en lo que a la razón se refiere, sería no igual sino mucho
mayor que el hombre. Pero la humana progenie fallaría, si la mujer, obstinada
en su lucha, fuese con el hombre como él, malvada, hiriente y traidora. Para no
fastidiar al mundo, que es tan bello para nuestra especie, la mujer calla, y se
somete al hombre tirano y felón, que además de reinar tanto se complace,
como hacen la mayoría de aquellos que no saben (que el peso mundano a quien más
sabe, más desagrada) que los hombres por eso hacen gran honor a las mujeres,
porque les cedieron a ellos el mando y siempre lo han conservado para ellos.
Por tanto, sedas, bordados, plata y oro, gemas, púrpura y lo que hay de más
preciado se pone para adornar tan alto tesoro; y como conviene a nuestro
egregio estado, no sólo son [más] ricos nuestros ornamentos que el más pomposo
y apreciado adorno, sino que [además] los hombres vienen reverentes a nosotras
y nos ceden el sitio en casa y en la calle, y en eso no son en absoluto tardos
o negligentes. Por esto también conviene
que ellos lleven el sombrero en la cabeza, para quitárselo ante nosotras y
ante cualquiera que se encuentren; e incluso aunque sean entren ellos enemigos,
no dejan de honrar a las mujeres de sus enemigos. De esta argumentación se
deduce cuánto aborrece la educación del hombre gentil la ofensa hecha a nuestro
sexo. Y no creáis que yo hable así ahora con otro fin que el de mostraros cómo
el ofender a las mujeres sea un claro pecado. Por otra parte, me han informado
quién es aquella de la que se me dijo que injuriaste y amenazaste tanto.
De Harmonía Rosales
Texto 2
Desde que el destino me obligó a abandonarte, oh [Venecia].
En mi memoria regreso a ti constantemente,
oh amigable y leal refugio patrio […]
Ninguna dulzura puede aliviar mi amargura
por el dolor que me causó dejarte atrás,
oh, tierra nativa tan amada. […]
Abandoné a Venecia, patria sin par,
abandoné las doradas mansiones y tallas de
mármol,
tan altas sobre las aguas que el mar sereno
de ellas se aleja para contemplar su belleza;
que las olas, aliviando su furia
fluyen hasta aquí para bañar la sagrada ciudad,
reina del mar, engastada en el mar.
Y el agua humildemente retrocede a sus pies,
y tomando los variados y sinuosos canales
va encontrando su ruta por incontables caminos.
[…]
Todo el mundo viene a admirarla
como el más singular milagro de Natura,
más bella mientras más se mira,
y aunque está desnuda de muralla exterior,
es menos accesible que una fortaleza,
muros o troneras, fuerte y segura.
Todo lo que contiene el universo
de uso y necesidad para la vida humana
es traído aquí desde el universo entero
a rendirle lo que ella merece,
abunda en territorios bien ordenados
para producir todo lo que en ella no fructifica
y así la rodea una eterna abundancia,
sus arenosas playas son las más fértiles tierras
sobre toda la Tierra. […]
Los altos adornos y el inmortal esplendor
de mi famosa y magnífica patria
me hacen odiar estos bosques y estas landas. […]
Oh, amado refugio, la pena me embarga.
[1] Se
così come sono abietta e vile/donna, posso portar sì alto foco,/perché non
debbo aver almeno un poco
di ritraggerlo al mondo e vena
e stile?/ S'Amor con novo, insolito focile,/ov'io non potea gir, m'alzò a tal
loco,
perché non può non con usato
gioco/far la pena e la penna in me simìle?/E, se non può per forza di natura,
puollo almen per miracolo, che
spesso/vince, trapassa e rompe ogni misura./Come ciò sia non posso dir
espresso;
io provo ben che per mia gran
ventura/mi sento il cor di novo stile impresso.
[2] El juego de palabras sólo se percibe en italiano:
pena y penna (pluma)
[3]Gli occhi onde mi legasti,
Amor, affrena,/sì che non veggan mai altra bellezza,/altra creanza ed altra
gentilezza
di belle donne onde la Francia
è piena;/ acciò che quanto ora è dolce ed amena,/non sia piena di lagrime e
d'asprezza/la vita mia, ch'ogn'altra cosa sprezza,/fuor che la luce lor chiara
e serena.
E, s'egli avien che sia lor mostro a sorte,/obietto
che sia degno esser amato,/ed accenda quel cor tenace e forte,
ferisci lui col tuo stral impiombato,/o con
quel d'oro dona a me la morte,/perché viver non voglio in tale stato.
[4] Se refiere a la luz de los ojos del amado
[5] Occhi
lucenti e belli,
com’esser può che in un medesmo istante
nascan da voi nove sì forme e tante?
Lieti, mesti, superbi, umili, alteri
vi mostrate in un punto, onde di speme
e di timor m’empiete,
e tanti effetti dolci, acerbi e fieri
nel core arso per voi vengono insieme
ad ognor che volete.
Or, poi che voi mia vita e morte sète,
occhi felici, occhi beati e cari,
siate sempre sereni, allegri e chiari.
[6] No bastaba al amor cruel y
artero/desposeerme de tu sacro rostro/sin el que quedo yo, y de mí arrancado
todo mi bien, toda paz y contento, /que, aun para más crecer la ardiente
llama, / no me dejó mostrarte el mal tomado/
por tu partir, ni cómo el pecho envuelto/ fuese por esa causa el tenaz
duelo/ mas, como el amor cruel no quiso entonces,
con el alma llorando escribo y digo/ que sólo eres tú a quien mi pecho
adora.
Y, ya que estoy privada de tu imagen, /sólo pensando en ti yo vivo ahora/ y
en tal estado quedo mientras viva
[8] Ride la
terra, e d'ogni parte rende
Mille soavi e dilettosi odori;
Coperta di leggiadri, e vaghi fiori
A guisa d'un bel ciel tutta resplende.
Amor ch'in tal stagion forza riprende
Rinova in ogni cor gli antici amori,
E mille cari e leggiadretti ardori
D'ogni fedele amante in petto accende.
Scherzano per le piagge lascivetti
Gli animai l'un l'altro festeggiando,
Ch'Amore insegna lor novi diletti.
Sola io, d'ogni mia pace posta in bando
Offesa da timor, noie, e sospetti
Lontana dal mio ben vivo pensando.
[9] En la otra vida
[10] Se refiere a Fortuna
[11] Citado por Mazzucchelli
[12] Bembo, io che fino a
qui da grave sonno
oppressa vissi, anzi dormii la vita,
or da la luce vostra alma infinita,
o sol d’ogni saper maestro e donno,
desta apro gli occhi, sì ch’aperti ponno
scorger la strada di virtù smarrita;
ond’io lasciato ove ‘l pensier m’invita
de la parte miglior per voi m’indonno:
e quanto posso il più mi sforzo anch’io,
scaldarmi al lume di sì chiaro foco,
per lasciar del mio nome eterno segno.
E o non pur da voi si prenda a sdegno
mio folle ardir, che se ‘l sapere è poco,
non è poco, Signor, l’alto disìo.
[13] A Vittoria
Colonna
Imposible parece y nos lo advierte
empero la
experiencia, que más dura
de mármol
insensible una figura
que su autor,
presa en breve de la muerte .
Más que la causa
es el efecto fuerte,
por el arte es
vencida la natura:
lo sé yo a quien
da gloria la escultura,
y ya me acerco a la vejez inerte .
Tal vez a ti y a
mí dar larga vida
puedo con el
cincel o los colores,
adunando mi amor y tu semblante . Y
mil años después de la partida,
se verán tus
hechizos vencedores, y
cuánta razón tuve en ser tu amante .
Traducción de
Clemente Althaus
.
La ragion vuol ch’ogni ben di voi
creda/, ma poi del verisimile l’effetto/ fa che quel ch’io credei prima
discreda/. Comunque sia, egli m’è stato detto: /se falso o ver, non importa
ch’io dica/ s’io son risolta o se n’ho alcun sospetto:/ basta che mi tegniate
per amica, /come infatti vi son, sí che in giovarvi/ non sarei scarsa d’opra o
di fatica./ Ed or ch’io mi conduco a ragionarvi/ di quanto intenderete, a quel
m’accosto/, che dè’ chi fa profession d’amarvi./ Dunque a la mia presenza vi fu
opposto/ ch’una donna innocente abbiate offesa/ con lingua acuta e con cor mal
disposto;/ e che, moltiplicando ne l’offesa,/ quant’è colei piú stata paziente,/
in voi l’ira si sia tanto piú accesa,/ sí che, spinto da sdegno, impaziente/ le
man posto l’avreste adosso ancora,/ se nol vietava alcun ch’era presente;/ ma
voi la minacciaste forte allora,/ e giuraste voler tagliarle il viso,/
osservando del farlo il tempo e l’ora/. Strano mi parve udir, d’un uom diviso/
dai fecciosi costumi del vil volgo,/ un cotal nuovo inaspettato aviso/; e
mentre col pensiero a voi mi volgo/, de la virtute amico e de l’onesto/, la
fede a quel che mi fu detto tolgo./ Da l’altra parte so quanto è molesto/ lo
spron de l’ira, e come spesso ei mena/ a quel ch’è vergognoso ed inonesto;/ né
sempre la ragion, che i sensi affrena,/ a stringer pronto in man si trova il
morso,/ e ‘l gran soverchio rompe ogni catena./ Se per impeto d’ira il fallo è
occorso,/ non durate nel mal, ma conoscete/ quanto fuor del dever siate
trascorso. /Gli occhi del vostro senno rivolgete, /e quanto ingiuriar donne vi
sia/ disdicevole, voi stesso vedete/. Povero sesso, con fortuna ria/ sempre
prodotto, perch’ognor soggetto/ e senza libertà sempre si stia/! Né però di noi
fu certo il diffetto,/ che se ben come l’uom non sem forzate,/ come l’uom mente
avemo ed intelletto/ Né in forza corporal sta la virtute, /ma nel vigor de
l’alma e de l’ingegno,/ da cui tutte le cose son sapute;/ e certa son che in
ciò loco men degno/ non han le donne, ma d’esser maggiori/ degli uomini dato
hanno piú d’un segno/. Ma se di voi si reputiam minori,/ fors’è perché in
modestia ed in sapere/ di voi siamo piú facili e migliori/. E che sia ‘l ver,
voletelo vedere?/ Che ‘l piú savio ancor sia piú paziente/ par ch’a la ragion
quadri ed al devere:/ del pazzo è proprio l’esser insolente,/ ma quel sasso del
pozzo il savio tragge/, ch’altri a gettarlo fu vano e imprudente/ E cosí noi
che siam di voi piú sagge,/ per non contender vi portamo in spalla,/ com’anco
chi ha buon piè porta chi cagge/. Ma la copia degli uomini in ciò falla;/ e la
donna, perché non segua il male/, s’accomoda e sostien d’esser vassalla./ Ché
se mostrar volesse quanto vale/ in quanto a la ragion, de l’uom saría/ di gran
lunga maggiore, e non che eguale/. Ma l’umana progenie manchería,/ se la donna,
ostinata in sul duello/, foss’a l’uom, com’ei merta, acerba e ria.
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