sábado, 2 de octubre de 2010

Una charla en Buenos Aires: mis poetas preferidos

PRESENTACIÓN BREVE

No sé nada del arte del coloquio, pero supongo que el que se dirige a un público con el que quiere conversar debe librarse, de entrada, de todo lo que parezca autosuficiencia y aire doctoral. Aunque quisiera, no podría ni siquiera aparentar esos aires. Así que me presento como un viejo profesor de literatura a punto de jubilarse, al que le apetecía mucho encontrarse con ustedes, porque Graciela me habló de su curiosidad literaria y de su interés por la palabra viva.

Esto, la palabra viva, es mi profesión, porque soy profesor de personas adolescentes, de entre catorce y dieciocho años, y a estos clientes, si se les quiere vender algo (cultura, poesía) tiene que ser algo que les ayude a desentrañar y a aclarar su vida. Cuando uno lleva más de treinta años tratando de manera cordial con adolescentes en las aulas y en sus inmediaciones, espera cierta comprensión de la gente entendida en literatura si les dice que lo que busca en la poesía no es tanto la técnica o el arte, sino una emoción estética que impulse el conocimiento profundo de sí mismo, la aventura por las galerías interiores, una cierta luz para su vida y sus sentimientos.

El profesor que comenta textos literarios a la búsqueda de recursos lingüísticos, de mecanismos del arte de la palabra, que encandila o abruma a los alumnos con las técnicas del arte de escribir, merece mi respeto. Pero yo me inclino decididamente por la opinión de Antonio Machado de que la poesía es palabra en el tiempo o por la de Gabriel Celaya cuando habla de poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que aspiramos trece veces por minuto para ser… Por esto me gusta, si puedo, explicar los poemas de manera muy sencilla, intentando que los versos penetren en mis alumnos como una lluvia suave sobre una tierra necesitada.

Es verdad que el poeta, como un alquimista, trabaja, maneja y manipula las palabras, y que sólo gracias a ese trabajo extrae a veces oro de palabras gastadas, y así el lector consigue un placer artístico y un impacto luminoso. Pero no es preciso a los lectores reconocer punto por punto ese mecanismo alquímico, pues lo que realmente precisa el lector es una disposición inocente y abierta al escalofrío. Dejemos, pues, me digo, a los lingüistas y sabios la disección profesional del texto y limitémonos humildemente a dejarnos embriagar por las palabras que mágicamente conforman el poema.

POESÍA Y AVENTURA

Siempre comienzo mis cursos de literatura con la Odisea. Muestro a Homero como el guía más profundo para la vida de los adolescentes: La salida de la seguridad de la patria, Ítaca, los placeres inquietantes de la aventura, los terrores de lo desconocido, la curiosidad insensata, pero necesaria, de conocer lo nuevo, la esperanza de llegar a lo más profundo de uno mismo…Todo eso está en la Odisea, y está en los adolescentes, creo que está en todos los que se niegan a hacerse viejos.

La Odisea no está acabada, porque no es sólo un libro: es la primera reflexión sobre el ser humano, que camina mirando unas veces atrás y otras adelante, con un mundo agitadísimo por dentro y por fuera, lleno de monstruos interiores y exteriores, asistido hospitalariamente por dioses y por hombres, y también perseguido y acosado no sólo por los enemigos externos, sino por las propias dudas, deseos incoherentes y pulsiones autodestructivas. De alguna manera, la aventura de Ulises es la aventura humana que en los adolescentes aparece tan inquietante y tan prometedora.

Una vez conocidas las principales aventuras de la Odisea, les digo que sigue vigente este libro en sus vidas y les propongo dos textos de Kavafis, maravillas poéticas que, algunos antiguos alumnos me suelen recordar años después que le marcaron su vida:

Konstantino Kavafis

ÍTACA

Si vas a emprender el viaje hacia Itaca

pide que tu camino sea largo,

rico en experiencias, en conocimiento.

A Lestrigones y a Cíclopes,

o al airado Poseidón nunca temas,

no hallarás tales seres en tu ruta

si alto es tu pensamiento y limpia

la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.

A Lestrigones ni a Cíclopes,

ni al fiero Poseidón hallarás nunca,

si no los llevas dentro de tu alma,

si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.

Que numerosas sean las mañanas de verano

en que con placer, felizmente

arribes a bahías nunca vistas;

detente en las ciudades de Fenicia

y adquiere hermosas mercancías,

madreperla y coral, y ámbar y ébano,

perfumes deliciosos y diversos,

cuanto puedas invierte en sensuales y delicados perfumes;

visita muchas ciudades de Egipto

y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en la memoria.

Llegar allí es tu meta. Mas no apresures el viaje.

Mejor que se extienda largos años;

y en tu vejez arribes a la isla

con cuanto hayas ganado en el camino,

sin esperar que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te regaló un hermoso viaje.

Sin Ítaca no hubieras emprendido el camino.

Mas ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.

Rico en saber y en vida, como has vuelto,

comprendes ya qué significan las Ítacas.

A veces les cuesta trabajo a mis alumnos comprender que la aventura no es pura evasión de la realidad, escape desesperanzado de sus límites. Por eso Kavafis sirve para aclarar las posibles dudas que tienen sobre la identidad de la aventura y el recorrido geográfico

LA CIUDAD

Dices "Iré a otra tierra, hacia otro mar

y una ciudad mejor con certeza hallaré.

Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado y muere mi corazón

lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.

Donde vuelvo mis ojos sólo veo las oscuras ruinas de mi vida

y los muchos años que aquí pasé o destruí."

No hallarás otra tierra ni otro mar.

La ciudad irá en ti siempre. Volverás a las mismas calles.

Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;

en la misma casa encanecerás.

Pues la ciudad es siempre la misma.

Otra no busques -no la hay -,

ni caminos ni barco para ti.

La vida que aquí perdiste

la has destruido en toda la tierra.

También comentamos el breve texto de mi poeta favorito, Luis Cernuda, un hombre profundamente exiliado, no sólo de su patria, sino de su sociedad, de la que se siente profundamente distante. Cernuda aparece ante los alumnos como una nueva versión de Ulises, un Ulises aparentemente desprovisto de nostalgia, lleno de rebeldía y en absoluto dispuesto a renunciar a la aventura:

LUIS CERNUDA

Peregrino

¿Volver? Vuelva el que tenga

Tras largos años, tras un largo viaje

Cansancio del camino y la codicia

De su tierra, su casa, sus amigos,

Del amor que al regreso fiel le espere.

Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas

Sino seguir libre adelante,

Disponible por siempre, mozo o viejo,

Sin hijo que te busque, como a Ulises,

Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,

Fiel hasta el fin del camino y tu vida,

No eches de menos un destino más fácil,

Tus pies sobre la tierra antes no hollada,

Tus ojos frente a lo antes nunca visto.

A los alumnos conviene, a veces, abrirles alternativas. Incluso a la aventura. Hay que conjugar la búsqueda de uno mismo con el compromiso con los demás. Para ello hay dos poemas, de muy distinto estilo y enfoque, que en determinados momentos pueden abrirles caminos de madurez. Dos poetas catalanes nos ofrecen sus enfoques para este intento. El primero, Salvador Espriu, escribe en catalán y plantea una aventura de solidaridad:

Salvador Espriu ASSAIG DE CÀNTIC EN EL TEMPLE

Oh, que cansat estic de la meva
covarda, vella, tan salvatge terra,
i com m’agradaria d’allunyar-me’n,
nord enllà,
on diuen que la gent és neta
i noble, culta, rica, lliure,
desvetllada i feliç!
Aleshores, a la congregació, els germans dirien
desaprovant: «Com l’ocell que deixa el niu,
així l’home que se’n va del seu indret»,
mentre jo, ja ben lluny, em riuria
de la llei i de l’antiga saviesa
d’aquest meu àrid poble.
Però no he de seguir mai el meu somni
i em quedaré aquí fins a la mort.
Car sóc també molt covard i salvatge
i estimo a més amb un
desesperat dolor
aquesta meva pobra,
bruta, trista, dissortada pàtria.

El segundo, José Agustín Goytisolo, plantea a los jóvenes que el héroe de la aventura no debe estar solo:

Palabras para Julia

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía, es mejor vivir
con la alegría de los hombres,
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno,
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti,
cuando te escribo estas palabras,
pienso también en otros hombres.

Tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname, no sé decirte
nada más, pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Poesía y amor

Entre los diversos caminos del amor y los diversos descubrimientos que se ofrecen a los adolescentes, el profesor de Literatura debe proponer especialmente algunas vías poéticas.

También suelo comenzar por el mundo clásico, proponiendo a la primera mujer poeta conocida, Safo de Lesbos, la que diferencia claramente la épica y la lírica, y describe por primera vez los síntomas físicos del sentimiento amoroso:

VERSOS DE SAFO Fragmentos y Canto a Afrodita

Unos dicen que un ejército ecuestre,

otros, que un tropel de infantería

y otros, que una flota de barcos

resulta lo más bello en esta tierra oscura.

Pero yo digo

que lo más bello es lo que uno ama.

Y es muy fácil a cualquiera entenderlo.

Pues aquella que en belleza tanto aventajaba

a todos los humanos, Helena,

abandonó a su esposo, un príncipe ilustre,

y marchó navegando hasta Troya,

sin acordarse ni de su hija ni de sus padres,

pues la sedujo Cipris.

*************************

Como la manzana que se cubre de rojo

en lo alto de la rama,

en la rama más alta

y los recolectores la olvidan...

¡No! No la olvidan,

es que no pueden llegar a ella.

****************

El Amor ha sacudido mis sentidos

como el viento que arremete en el monte a las encinas

***************

Dulce madre mía, no puedo ya tejer mi tela,

consumida estoy de amor por un joven, vencida

por la suave Afrodita.

****************

Me parece que es igual a los dioses

el hombre aquel que frente a ti se sienta,

y te escucha absorto a tu lado

mientras tú hablas dulcemente

y sonríes encantadora.

Te veo y arrebatas el corazón a mi pecho;

te miro y no puedo ya decir palabra:

se me hace espesa la lengua

y, de pronto, un fuego sutil me recorre la piel;

no veo nada con mis ojos, me zumban los oídos.

Me invade un sudor frío, y toda entera

me estremezco; más pálida estoy que la hierba seca,

y apenas, infeliz, me siento distante de la muerte.

Les planteo después otro clásico, Ovidio, el maestro que enseñó a los jóvenes el arte de amar y enseñó a los poetas medievales a escribir sobre el amor. Y también el que se adelantó a la revolución juvenil del mayo del 68 y predijo aquello de haz el amor y no la guerra. Ovidio, para quien el amor, al contrario que para Safo, es un ejercicio ligero y frívolo, propone, sin embargo, una preparación de la sensibilidad para tener éxito en las batallas amorosas:

Joven soldado que te alistas en la nueva milicia del amor, esfuérzate primero por encontrar el objeto digno de tu predilección; trata enseguida de interesar con tus ruegos a la que te cautiva y, en tercer lugar, gobiérnate de modo que tu amor viva largo tiempo.(...)

Se equivoca totalmente el que recurre a las artes de las hechiceras. Las hierbas de las hechiceras no consiguen infundir el amor. Si valiesen los encantamientos, Medea hubiera retenido al hijo de Esón y Circe al astuto Ulises. De nada aprovecha a las jóvenes tomar filtros amorosos que turban la razón y excitan el furor. Rechaza las artimañas culpables; si quieres ser amado, sé amable; la belleza del rostro o la apostura agradable no bastan para asegurar el triunfo (...)

La belleza es un don muy frágil: disminuye con los años que pasan, y su propia duración la aniquila. No siempre florecen las violetas y los lirios abiertos, y en el tallo en el que se alzó la rosa quedan las punzantes espinas.

Bello joven, un día blanquearán las canas en tus cabellos y las arrugas surcarán tus hoy frescas mejillas. Eleva tu ánimo si quieres resistir los ataques del tiempo. Aplícate al cultivo de las bellas artes y al estudio de la literatura. Ulises no era hermoso, pero sí elocuente, y dos divinidades marinas sufrieron por él angustias mortales (...)

De Ovidio, que ya propone una de las primeras formulaciones del tantas veces frivolizado tema del carpe diem, pasamos a la poesía del Renacimiento. Un amor platónico e idealizado, cantado casi exclusivamente por hombres, pero donde aparece por primera vez la unión íntima entre amor y naturaleza.

Un poeta guerrero que jamás escribió nada que no fuera de amor es Garcilaso de la Vega:

Divina Elisa, pues agora el cielo

Con inmortales pies pisas y mides

Y su mudanza ves estando queda

¿Por qué de mí te olvidas y no pides

Que se apresure el tiempo en que este velo

Rompa del cuerpo, y verme libre pueda

Y en la tercera rueda

Contigo mano a mano

Busquemos otro llano,

Busquemos otros montes y otros ríos,

Otros valles floridos y sombríos

Donde descanse y siempre pueda verte

Ante los ojos míos

Sin miedo y sobresalto de perderte?

Este mismo sentimiento de unión entre amor y naturaleza permanece en un poeta del siglo XX, el andaluz Antonio Machado que expresa en un canto a las tierras de Soria su nostalgia de Leonor:

He vuelto a ver los álamos dorados,

álamos del camino en la ribera

del Duero, entre San Polo y San Saturio,

tras las murallas viejas

de Soria-barbacana

hacia Aragón, en castellana tierra-.

Estos chopos del río, que acompañan

con el sonido de sus hojas secas

el son del agua, cuando el viento sopla,

tienen en sus cortezas

grabadas iniciales que son nombres

de enamorados, cifras que son fechas.

¡Alamos del amor que ayer tuvisteis

de ruiseñores vuestras ramas llenas;

álamos que seréis mañana liras

del viento perfumado en primavera;

álamos del amor cerca del agua

que corre, pasa y sueña,

álamos de las márgenes del Duero,

conmigo vais, mi corazón os lleva!

En la poesía amorosa popular, o imitadora de lo popular, también está presente la naturaleza, como marco o interlocutora, casi siempre en boca de una mujer o como texto narrativo. Así aparece en la poesía medieval gallego-portuguesa

Martín Codax:

Ondas do mar de Vigo

Ondas do mar de Vigo,
se vistes meu amigo?
E ay Deus!, se verra cedo?

Ondas do mar levado,
se vistes meu amado?
E ay Deus!, se verra cedo?

Se vistes meu amigo,
o por que eu sospiro?
E ay Deus!, se verra cedo?

Se vistes meu amado,
por que ei gran coidado?
E ay Deus!, se verra cedo?

Olas del mar de Vigo

Olas del mar de Vigo,
¿Visteis a mi amigo?
¡Ay Dios! ¿vendrá pronto?

Olas del mar agitado,
¿Visteis a mi amado?
¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?

¿Visteis a mi amigo,
aquél por quien yo suspiro?
¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?

¿Visteis a mi amado,
quien me tiene tan preocupada?
¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?

O en los romances tradicionales:

ROMANCE DEL CONDE OLINOS

Madrugaba el Conde Olinos mañanita de San Juan

a dar agua a su caballo, a las orillas del mar.

Mientras el caballo bebe, canta un hermoso cantar,

las aves que iban volando se paraban a escuchar.

-Bebe, mi caballo, bebe, Dios te me libre de mal,

de los vientos de la tierra y de las furias del mar.

La reina lo estaba oyendo desde su palacio real

-Mira, hija, cómo canta la sirena de la mar.

-No es la sirenita, madre, que esa tiene otro cantar,

es la voz del Conde Olinos, que me canta a mí un cantar

-Si es la voz del Conde Olinos, yo lo mandaré matar,

que para casar contigo, le falta la sangre real.

-No le mande matar, madre, no le mande usted matar

que si mata al Conde Olinos, a mí la muerte me da.

Guardas mandaba la reina al Conde Olinos buscar,

que le maten a lanzadas y echen su cuerpo a la mar.

La infantina, con gran pena, no dejaba de llorar;

él murió a la media noche y ella a los gallos cantar.

A ella, como hija de reyes, la entierran en el altar

y a él, como hijo de condes, cuatro pasos más atrás.

De ella nació un rosal blanco, de él nació un espino albar;

crece el uno, crece el otro, los dos se van a juntar.

La reina, llena de envidia, ambos los mandó cortar,

el galán que los cortaba no dejaba de llorar.

De ella naciera una garza, de él un fuerte gavilán.

Juntos vuelan por el cielo, juntos se van a posar.

El tópico del carpe diem, tan apreciado por los jóvenes, tiene a lo largo de la historia fuertes connotaciones amorosas. Pero sé por experiencia que a mis alumnos les encanta más una formulación más completa que leen en el siguiente poema:

El recorrido siempre es incompleto. Más que recorrido consiste en enseñar al alumno o al lector comienzos de varios caminos: por aquí podéis ir, pero luego lo mejor es desviarse, no seguir rectos hacia un objetivo, adonde te lleve o te desvíe la poesía. Por ejemplo, la soledad, la solidaridad, el amor como posesión, como libertad…Todo se enlaza, los hilos se complican…

La poesía amorosa de los manuales de bachillerato adolece a veces de una concepción posesiva del amor. No está mal contrarrestarla, a veces, con provocaciones como ésta de Agustín García Calvo, cantada por Amancio Prada:

Libre te quiero
como arroyo que brinca
de peña en peña,
pero no mía.

Grande te quiero
como monte preñado
de primavera,
pero no mía.

Buena te quiero
como pan que no sabe
su masa buena,
pero no mía.

Alta te quiero
como chopo que al cielo
se despereza,
se despereza,
pero no mía.

Blanca te quiero
como flor de azahares
sobre la tierra,
pero no mía.

Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

Y si aparece el conflicto entre amor y libertad, pueden saborear este poema de Cernuda:

Si el hombre pudiera decir lo que ama
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo Como una nube en la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libremente, con la libertad del amor,
La única libertad que me exalta.
La única libertad porque muero.

Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Hay poemas que se creen de amor y soledad, pero que el profesor debe explicar que reflejan el amor del pueblo por la justicia o la condición de desamparo profundo de los perseguidos. Por ejemplo, este de Celso Emilio Ferrero:

María Soliña
Polos camiños de Cangas
a voz do vento xemía:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.

Nos areales de Cangas
muros de noite se erguían:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.

As ondas do mar de Cangas
acedos ecos traguían:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.

As gueivotas sobre Cangas
soños de medo tecían:
ai, que soliña quedache,
María Soliha.

Baixo os tellados de Cangas
anda un terror de auga fría:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.

O éste cantado por Luis Eduardo Aute:


Al alba

Si te dijera, amor mío,
que temo a la madrugada,
no sé qué estrellas son éstas
que hieren como amenazas
ni sé qué sangra la luna
al filo de su guadaña.

Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones,
amor mío, al alba,
al alba, al alba.

Los hijos que no tuvimos
se esconden en las cloacas,
comen las últimas flores,
parece que adivinaran
que el día que se avecina
viene con hambre atrasada.

Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones,
amor mío, al alba,
al alba, al alba.

Miles de buitres callados
van extendiendo sus alas,
no te destroza, amor mío,
esta silenciosa danza,
maldito baile de muertos,
pólvora de la mañana.

Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones,
amor mío, al alba,
al alba, al alba.

Fuera de repertorio

El recorrido poético de los cursos tiene un repertorio básico, que no suelo cambiar, pero está abierto a nuevas incorporaciones textuales. Casi todas provienen de los cantautores nuevos que van apareciendo por los escenarios madrileños, porque los alumnos deben realizar trabajos académicos sobre ellos. Otras provienen de “peticiones del público”, sugerencias que voy recibiendo. Otras provienen de mis viajes a Lisboa y de mis contactos con la poesía portuguesa. Como ejemplo de canciones de cantautores nuevos, valga esta de uno de los más jóvenes, Paco Bello:


No sabes cuanto te he querido,
olvidarte es saber que no hay forma,
ahora tengo que aprender a desnombrarte,
con los ojos más que con la boca.

Sigues siendo la dueña,
del gigante que se esconde en mi silencio

Has cambiado mi forma de mirar,
has cambiado el sentido de las calles
Caminar sin ti, no es del todo andar
has llenado los semáforos de sangre,

No me moriré, pero ya verás,
como no sabré esquivar los vientos que te nombran
No me cansaré, de pensar que estás,
a mi lado pero no como una sombra.

Y no sabes, que aún cocino para ti,
y no sabes, que dibujo tu perfil con las frases,
que hace tiempo te escribí. Con las frases,
que ahora estallan junto a mí

Y no sabes, que no debes sonreír,
no me abraces, que no sabré salir de los besos,
que de pronto no me das, de este fuego
que me alumbra, cuando no estás

Has cambiado mi forma de mirar,
has cambiado el sentido de las calles
Caminar sin ti, no es del todo andar
has llenado los semáforos de sangre,

No me morire, pero ya verás,
como no sabré esquivar los vientos que te nombran
No me cansaré, de pensar que estás,
a mi lado pero no como una sombra.

O esta otra de uno de los más viejos, Javier Krahe:

Nos ocupamos del mar

Igual que en televisión interrumpen la emisión
para anunciar un brebaje o un masaje,
interrumpo mi canción y coloco aquí un mensaje.
Nos ocupamos del mar
y tenemos dividida la tarea
ella cuida de las olas
yo vigilo la marea
Es cansado, por eso al llegar la noche
ella descansa a mi lado
mis ojos en su costado.
No habrá parecido mal ya que no fue comercial
y es cosa que se agradece me parece,
en este mundo infernal
lo quien no compra perece.
También cuidamos la tierra
y también con el trabajo dividido
yo troncos, frutos y flores
ella riega lo escondido
Es cansado, por eso al llegar la noche
ella descansa a mi lado
mis manos en su costado.
Raro es que la verdad mediante publicidad
alguna vez se abra paso
por si acaso ahora es la oportunidad
cuando el público hace caso.
Todas las cosas tratamos
cada uno según es nuestro talante
yo lo que tiene importancia
ella todo lo importante
Es cansado, por eso al llegar la noche
ella descansa a mi lado
y mi voz en su costado.

Como ejemplo de canciones y poemas portugueses, los alumnos saben perfectamente que mi cantante preferida es Mariza, con su peculiar escuela de la palabra amorosa:

Há palavras que nos beijam

Há palavras que nos beijam

Como se tivessem boca.

Palavras de amor, de esperança,

De imenso amor, de esperança louca.

Palavras nuas que beijas

Quando a noite perde o rosto;

Palavras que se recusam

Aos muros do teu desgosto.

De repente coloridas

Entre palavras sem cor,

Esperadas inesperadas

Como a poesia ou o amor.

(O nome de quem se ama

Letra a letra revelado

No mármore distraído

No papel abandonado)

Palavras que nos transportam

Aonde a noite é mais forte,

Ao silêncio dos amantes

Abraçados contra a morte.

Alexandre O'Neill

Como ejemplo de sugerencias recibidas, pongo un poema de Oliverio Girondo que me aconsejó Graciela hace unos años y ha pasado con todo derecho al rango de repertorio fijo:

¡TODO ERA AMOR!

¡Todo era amor... amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche...
lleno de prevenciones, de preventivos;
lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M,
con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas...
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso...
Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo.
Amor-amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor... ¡y nada más que amor!

No hay comentarios:

Publicar un comentario